El Molino de Abajo de El Bosque es, según la votación de los lectores de Cosasdecomé, el establecimiento que elabora mejores molletes de toda la provincia. Es lo único que hace, pero en cantidad: hasta 7.000 cada semana. El establecimiento es también un museo que recibe visitas e imparte talleres.

 

Desde los primeros momentos de la votación, el Molino de Abajo empezó a destacar y a recibir una avalancha de piropos. «Calentito del tostador con lomo en manteca, y un buen café. Te resucita para todo el día» aseguraba Mari Carmen. «Con manteca, aceite y jamón o lo que quieras es una delicia. Insuperable», atestiguaba Isabel. «Traslada a los sabores de antaño», añadía nostálgico Juan José Vázquez. «Insuperable, le pongas lo que le pongas», definía Manolo Pérez. «Lo mejor de lo mejor. Buenísimo», se admiraba Pilar. «Se le unta ajito y aceite de Prado del Rey, te comento: son afrodisíacos», revelaba Luis Aguilar. «El mejor pan para desayuno. Ideal calentito con aceite, sin menospreciar si lleva manteca, zurrapa o jamón», detallaba José María Sánchez. «Hasta con pan están buenos», hiperbolizaba Juan S. Pisapiedras. Y además de estos, un buen número de lectores más dejaron testimonios de su amor por el mollete del establecimiento bosqueño. El día 31 de mayo, a medianoche, se cerró la votación de Molletevisión, y el resultado ya es historia: el Molino de Abajo ha sido proclamado oficialmente como el sitio de la provincia que hace mejores molletes (puedes ver el resultado completo aquí).

Ahora, toca intentar descubrir qué tienen estos molletes para suscitar tanta admiración. La repuesta la tiene el autor, Francisco González. Para la fórmula se emplea «trigo de la mejor calidad, agua de la Sierra de Albarracín, sal de las cercanas Salinas Romanas de Iptuci, y levadura». El proceso es artesanal: cada pieza se forma a mano y no se emplea maquinaria para la fermentación. La elaboración culmina con un breve paso por el horno, de tan sólo cuatro minutos.

La receta es antigua y aunque la familia de Francisco tiene una larga tradición como molineros y panaderos, la consiguió el padre de Francisco. Vamos a remontarnos un par de generaciones para explicar cuándo y cómo el Molino de Abajo comenzó a hacer molletes.

El abuelo paterno de Francisco, Antonio González, nació en el molino de Benamahoma -también convertido en museo hoy en día, curiosamente- y se casó con la hija del molinero del Molino de Abajo, María García. Así fue como el padre de Francisco, Juan González, vino a nacer en este último, por más señas, en la misma habitación donde duerme actualmente. Juan era panadero y estuvo en una panadería en Ubrique, pero también era electricista, y acabó trabajando en este último oficio buscando una mejor calidad de vida.

Durante ese tiempo, en el histórico molino dejó de hacerse pan: El edificio y su maquinaria se arreglaron y en 2005 reabrió únicamente como museo. Lo malo es que, con la crisis económica, el número de visitas se hundió, de setenta grupos a siete al año, así que decidieron reutilizar las máquinas que ya tenían para impartir los talleres y retomar la producción de pan. Durante los cuatro primeros años no hacían molletes, pese a la insistencia de Juan. Cuando aún era panadero, había aprendido la receta de Antonio El Rescoldo, otro panadero de El Bosque. En aquella época, los vendía por el pueblo calentitos, cargados en espuertas y a lomos de un burro.

«Yo no quería hacer molletes por nada en el mundo», explica Francisco. La explicación a esta resistencia antimollete es que elaborarlos deja todo el espacio perdido de una fina capa de harina, mientras que el pan es muy limpio. «Pues si no quieres caldo, toma la olla», resume Francisco, con mucho mollete ya a sus espaldas.

Uno de los famosos molletes. Foto de Cosasdecomé

La receta que utilizan sigue siendo la de Antonio El Rescoldo, aunque con las modificaciones que ya había introducido Juan. Y cada vez empezaron a ser más demandados, hasta el punto que decidió dejar de hacer pan. «Debemos ser la única panadería que sólo elabora molletes», aventura.

A día de hoy, el Molino de Abajo elabora de lunes a viernes un total de 6.000 ó 7.000 (depende de la época) molletes semanales. La cifra es más llamativa si se tiene en cuenta que el establecimiento se ubica en una localidad de apenas 2.200 habitantes. Pero es que no solo compran molletes los bosqueños. El mismo Francisco, que desayuna en la Venta Julián -el punto de venta oficial de los molletes-, es testigo cada día de cómo la gente de fuera se lleva tres o cuatro paquetes. «Imagino que lo congelan», explica. El Molino sirve a domicilio, y recibe llamadas de sitios cercanos, pero también de puntos más alejados, de pueblos de Málaga, lo que no deja de asombrarle, porque al fin y al cabo lo que vende es pan.

Una panadería y un museo con talleres y molino

El Molino de Abajo no es sólo una panadería: también es un museo. El molino es del siglo XVII y es el único que queda de los tres que hubo en la localidad. El molino en sí es centenario, pero aún funciona, lo que permite conocer su funcionamiento, que impulsan las aguas del río Majaceite.

Además, en las visitas se puede observar más maquinaria centenaria, aperos de labranza y sistemas de producción antiguos. Y la visita se puede complementar con un taller que permite elaborar pan. Para concertar visitas o talleres, el teléfono de información es el 658 845 761.

Más información sobre el Molino de Abajo, aquí. 

El del Molino de Abajo de El Bosque, mejor mollete de la provincia de Cádiz, según los lectores de Cosasdecome

Los que reparten el pan

Aquí, la Guía Gastronómica de El Bosque. 

¿Quieres participar en otros talleres de cocina como el de pan que imparten en el molino? Aquí, la agenda de los que hay convocados en la provincia.

Pinche aquí para saber más.
Quiero probar los distintos sabores de un jamón