Quesos Oliva de Villaluenga vende la mitad de su producción a través de una página web alemana que fomenta el consumo directo del productor al consumidor.
Quesos Oliva es una pequeña quesería artesanal y ecológica de Villaluenga. Tienen un rebaño de 250 ovejas merinas que pastan en el Llano de los republicanos. En marzo o abril comienza la elaboración de sus quesos curados en manteca, unas 400 ó 500 piezas, y en verano ya no queda ni uno disponible. La mitad se venden cerca, pero la otra mitad acaban en Alemania, Países Bajos, Suecia… Y eso gracias a que es la parte que le compra una firma alemana, que hace poco incluso se mostró interesada con hacerse con toda la producción.
Esta es una pequeña quesería familiar que elabora sus quesos con leche cruda, sin cámaras y los cura en una especie de bodega durante dos meses en una manteca ecológica. Fueron los primeros queseros gaditanos en conseguir la certificación ecológica, en el año 2006, y eso es lo que atrajo a Crowfarming, explica Delia Olmos Oliva.
La iniciativa trata de hacer llegar al cliente los productos directamente de los productores a través de cajas de lácteos, frutas, verduras… y también permite otra forma de apoyo como la adopción. De las 250 merinas de Quesos Oliva, 50 están adoptadas por particulares. En la práctica, para la quesería lo único que esto significa es que si algún adoptante llega, le tienen que permitir conocer a su pupila, algo que aún no ha ocurrido.
En la página web (donde también encontramos otra firma gaditana, El Gazul, aunque inactivo en estos momentos) les gusta recrearse con las historias de los agricultores y ganaderos. Delia explica su historia detalladamente: ha dedicado gran parte de su vida a cuidar del rebaño y elaborar quesos, con una pausa de diez años los que trabajó en Educación Infantil en Jerez, donde también trabajaba su marido y nació su hijo. «Nosotros que nos criamos en un lugar tranquilo y con una belleza natural única, siempre guardamos el anhelo de volver al abrigo de nuestras montañas, bosques y familia. Hazte una idea: en Villaluenga apenas hay coches en las calles; al levantar la vista observamos las imponentes montañas, que son el hogar de los buitres que sobrevuelan nuestro pueblo; en los horas más tranquilas del día, a lo lejos siempre está presente el tintineo de los rebaños; y pasar ratos con mi madre en la quesería, o junto a mi padre y hermano en el monte, son experiencias que dan sentido a cualquier plan de vuelta. Así que hicimos maletas, y con la ilusión de tomar el relevo de mi madre Charo en la quesería, volvimos a nuestro pueblo», relata.
De su madre explica que levantó el negocio «gracias a su afán emprendedor y gran confianza en sí misma y en la familia, y también por ser independiente de las grandes queserías, que compraban la leche a los ganaderos de la zona. Y lo hizo convencida de que únicamente lo lograría siendo fiel a su manera de trabajar el queso. No fue fácil… apostar por una materia prima excepcional, como es la leche ecológica, y trabajarla sin máquinas ni aditivos que acelerarán la producción, no más que las manos, el conocimiento y el tiempo, requiere de un esfuerzo sobrehumano». Actualmente su hermano es el responsable de la ganadería, y ella se encarga de todo lo relacionado con la quesería.
A la quesería y a la zona donde se ubica también dedican en la página una extensa descripción. Los pedidos se hacen en cajas de dos kilos de queso cuyo sabor se describe como «fuerte, con un toque picante y sabroso que permanece en el paladar tiempo después de haberlo consumido; textura arenosa, granulada o gruesa, propia de los quesos curados». Puedes ver la entrada de Quesos Oliva en la página aquí.
Más información sobre Quesos Oliva aquí.
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