Pescaderías que venden el marisco ya cocido y sin límite mínimo de cantidad. Ultramarinos convertidos en abacerías donde se pueden degustar los productos gaditanos… Los detallistas de los negocios más tradicionales se adaptan ante el número creciente de turistas.

 

El Mercado Central de Cádiz ha sufrido varios cambios radicales en las últimas décadas. Hubo un tiempo en el que quienes paraban ante los puestos eran mayoritariamente mujeres que hacían la compra diaria, normalmente en los mismos sitios, los que le daban más confianza. Llegó un momento en que todos esos puestos se fueron simultáneamente de la Plaza. El edificio construido sobre el solar de la huerta del convento de los Descalzos necesitaba una renovación en serio, y los detallistas acabaron en una carpa instalada a pocos metros, en la plaza Guerra Jiménez, mientras duraba la obra.

Después volvieron, pero nada fue igual. Los cambios de hábitos de consumo ya hacía mucho que habían hecho mella en este tipo de negocios. De hecho, ya había habido una víctima en Cádiz: el mercado de La Merced, cada vez más vacío, se transformó en un Centro de Flamencología, y sus últimos inquilinos se trasladaron al Mercado Central. Así que la cosa no estaba solo en poner a punto el edificio, sino en dar una herramienta al mercado capaz de atraer a un nuevo tipo de público. Y esa herramienta fue el Rincón Gastronómico.

Una parte del mercado se destinó a puestos que ofrecían elaboraciones listas para comer, mientras que mesas y sillas llenaban la galería. La iniciativa fue todo un éxito. Siempre está lleno, pero los fines de semana, encontrar un sitio donde apoyar una bandeja de sushi, un plato vegano, una hamburguesa… es misión imposible.

Otras zonas del mercado también se llenan, pero muchos de los que acuden son visitantes, cámara en mano, que graban los puestos del pescado pero que difícilmente van a comprar algo allí. Hasta ahora. Y es que la solución del Rincón Gastronómico -vender productos que se pueden consumir en la propia plaza- ha llegado ya a algunos de los puestos tradicionales.

Desde un ostión a un cartucho de camarones

Los turistas se graban mientras prueban ostiones y erizos en el puesto 183.

Así, dos de los puestos de la pescadería han adaptado su oferta y ahora ofrecen el marisco ya cocido y en raciones individuales. Son el puesto número 169, «Amanda Gamaza», y el 173, «Mis hijos Cayetano y Ana».

El primero empezó hace algún tiempo a simultanear la venta de marisco fresco con otro ya preparado, explica Amanda, la titular del puesto, que lleva seis años en el mercado. Hace unos meses instaló una vitrina que hace más vistoso un puesto donde los carteles están en inglés y en español. Sobre la vitrina, cartuchitos de camarones, listos para llevar. Los ostiones se pueden llevar de dos en dos, y el resto del marisco sí tiene una cantidad mínima: un cuarto de kilo.

Cartuchitos de camarones y carteles en inglés en el puesto 169 de la pescadería.

En el puesto 173 el límite mínimo lo marca la báscula: si la cantidad de producto es suficiente para pesarlo, es suficiente para venderlo. Mientras hacíamos este reportaje vimos a unos extranjeros probar por unidades productos para ellos desconocidos, como un erizo, un ostión o una banderilla. Cerca de las banderillas descansaba una langosta cocida que se anunciaba por diez euros. También se puede pedir: allí mismo te la preparan para que la puedas comer sin problemas.

El puesto de Amanda Gamaza. A la izquierda, en la vitrina, el marisco cocido listo para comer.

Cristian Reyes explica que la firma tiene una larga relación con el mercado y dos puestos más allí, y además suministra a restaurantes. El puesto 173 es solo para el marisco cocido, un marisco que cuecen ellos mismos y también anuncian en grandes letreros en inglés.

De ultramarinos a abacería

La zona de degustación del veterano ultramarinos.

Fuera de la zona del mercado está José Luis Martínez (puestos 24 y 25), hasta hace unos meses y desde hace 30 años, un ultramarinos tradicional consagrado a los productos de Cádiz: quesos (tienen todos lo de la marca Payoyo), conservas, vinos, aceites… Ahora siguen vendiendo lo mismo, pero con una diferencia. José Luis ha hecho una reforma al espacio. Ahora, en una de la parte está la vitrina, coronada por unos chicharrones. En la otra, está una mesa para degustaciones, al fondo una estantería para que luzcan los productos y en otra de las paredes, sobre un jardín vertical, un led con la nueva marca de la casa: «La Abacería del Mercado».

La apetitosa vitrina del puesto.

La idea era destacar, llamar la atención, y que la gente pueda probar los productos. Y es que los clientes de antes los conocían, pero los nuevos, los de fuera, necesitan probarlos antes de decidir. Así que ahora se despachan en pequeñas cantidades que se pueden degustar allí mismo, en el renovado espacio.

El nuevo vecino italiano

 

Ivano, en su nuevo puesto del mercado.

A estas renovaciones se suman las nuevas aperturas que se van sucediendo en el mercado. Una de las últimas ha sido la de Productos Italianos, inaugurado a principios de noviembre en el puesto número 84. La iniciativa es de Ivano Sola, un milanés que ha tenido un restaurante abierto durante 17 años en San Fernando y que ahora ha decidido abrir este negocio en Cádiz que se dedica a la venta de productos como embutidos, quesos, conservas, pastas… Todos procedentes de las diversas regiones de Italia. Los más demandados hasta la fecha son los quesos y la chacina guanciale, uno de los ingredientes de la famosa carbonara.

Los quesos italianos son los productos más demandados.

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