El establecimiento centra su oferta en platos elaborados en el horno Josper para recuperar la tradición culinaria.

 

Malabata de Conil ha abierto Catalina, un restaurante situado justo enfrente, en el número 1 de la avenida de la playa, donde quiere recuperar la tradición de la zona… con la ayuda del carbón.

El establecimiento cuenta con una sala con mesas bajas y una llamativa barra de madera, cuyos ventanales se pueden abrir completamente hacia la terraza. La decoración está muy cuidada, porque también a través de ella se quiere rendir culto a los tiempos pasados: el acabado de la barra, las mesas, las paredes blancas… Hasta hay una planta, una costilla de Adán, que pertenecía al abuelo del propietario, Francisco Pérez. Se ha intentado dar al restaurante un aire de patio andaluz acogedor y tranquilo.

Este «homenaje a la arquitectura andaluza» sirve como escenario a otro, el que se quiere hacer a la tradición culinaria. En este sentido,  se ha apostado por la brasa, por el carbón. El horno Josper es la pieza fundamental de la cocina, y allí se cocinan pescados del litoral, mariscos y carnes.

La sala. Imágenes cedidas.

Destaca Francisco Pérez el que se ha convertido en uno de los platos más demandados en el arranque del nuevo negocio, una langosta entera y abierta, que se sirve sobre unas patatas a lo pobre y acompañada por un huevo frito. Otro de los platos que destaca son el pulpo en cazuela de barro, que se elabora de una forma similar a las cazuelas de cochinillo, o el risotto de boletus con presa ibérica de bellota hecho al carbón con jamón ibérico.

Una de las especialidades es el atún rojo: morrillo, parpatana, descargamento o solomillo. Esta última pieza la sirven en parrilla sobre papas tradicionales, y se trata de una receta que ganó la Ruta del Atún de Conil. Es, además, el único plato que se puede probar tanto en Malabata como en Catalina.

Francisco Pérez habla con entusiasmo del punto que da a los platos el horno Josper: «la dorada a la brasa queda con la piel crocante y la carne en su punto; el rodaballo igual, y con la grasa que tiene es una auténtica pasada». Las gambas de Huelva se pelan, dejando solo cabeza y cola, se cocinan a la brasa un poco menos de su punto de cocción total y se terminan echándoles un aceite al ajillo por encima.

La terraza. Imágenes cedidas.

Aunque abundan los productos de la zona, también son bien recibidos productos como las navajas de Cambados, la «super tierna» ternera vasca o la gamba roja de La Garrucha.

En la barra también se pueden tomar algunas tapas, como el Solomillo de atún en escabeche, la Anchoa triple cero o la Ensaladilla de centollo.

Con respecto a la carta de vinos, los protagonistas son los gaditanos, aunque también hay riberas, riojas y albariños, por ejemplo.

Horario, dirección y más datos sobre el establecimiento, aquí. 

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