Un enfermero de Ubrique propone llevar los desfibriladores al mundo de la hostelería, donde podrían ser de mucha utilidad cuando se trata de establecimientos aislados como ventas. De momento, ha conseguido que su pueblo cuente con la única pescadería andaluza cardioprotegida.
David Bohórquez es un enfermero que trabaja en el dispositivo de cuidados críticos y urgencias de Ubrique e imparte cursos de formación para enseñar cómo actuar en caso de que alguien padezca, por ejemplo, un ataque al corazón. Enseña a usar los desfibriladores, unos aparatos que, según explica, son seguros y pueden salvar vidas. De hecho, su implantación cada vez está más extendida, y ya no es difícil encontrarlos en centros comerciales, por ejemplo.
Ubrique es el pueblo de Andalucía de menos de 20.00o habitantes con mayor número de aparatos. Sin embargo, ninguna empresa relacionada con la hostelería o la alimentación tenía uno hasta hace poco. El gerente de la Pescadería Antonio González de la plaza de la Estrella se puso en contacto con Bohórquez porque estaban interesados en recibir formación sobre cómo actuar en el caso de que hubiera alguna emergencia, y finalmente acabó instalando un desfibrilador junto al cuadro de los nudos marineros y convirtiéndose en el primer establecimiento de este tipo que cuenta con uno. «Lo ideal es no tener que utilizarlo nunca pero en caso de que se diese la posibilidad, estar preparado para actuar con eficacia y dar a mis clientes un servicio 10. Ahora pueden ver que invierto en su cuidado y velo por su salud» y que «mi pequeño negocio es un negocio grande de corazón», explicaba el propietario.
Pero esto no es muy frecuente. Tener uno de estos aparatos conlleva realizar cursos de formación periódicos, y David los imparte. Por eso, ha hecho todo lo posible por enterarse de qué establecimientos hosteleros están cardioprotegidos. Un ejemplo sería La Venencia en El Puerto de Santa María, donde instalaron uno a raíz de un fallecimiento ocurrido a las mismas puertas del establecimiento. Y otro caso es el de los hosteleros de Benaocaz, que están preparados para actuar por si surge algún problema. Y es que en su momento, el enfermero propuso al alcalde instalar alguno más, porque el del centro de salud no está disponible por las tardes ni los fines de semana y en las instalaciones deportivas hay otro, aunque situado en la parte alta del municipio. Así que no sólo colocaron uno en la farmacia del centro, sino que impartieron formación a los hosteleros sobre cómo utilizarlo, además de otras técnicas de primeros auxilios.
Para David, una mayor implantación de estos aparatos en el mundo de la hostelería sería muy importante, especialmente en los sitios donde hay mucho trasiego de gente, o en aquellos que están aislados, como algunas ventas o los chiringuitos. Sólo habría que imaginarse que ocurriera algo que requiriera de una respuesta urgente en lugares tan remotos como el Puerto de Galiz, por ejemplo.
Explica Bohórquez que la instalación y la formación para unas ocho personas supone una inversión de mil y pico de euros. El aparato no necesita más atención hasta los tres o cuatro años, cuando se le termina la batería, y su uso es seguro siempre que se haya realizado el preceptivo curso para aprender a usarlo.