El establecimiento retoma la actividad, pero no abre al público en general, sino que acoge pequeños eventos y a clientes del alojamiento cercano. La reapertura total depende de que la entrada de trabajadores con «compromiso», incluso de un nuevo socio.

 

La Estación de San Pablo de Buceite, en Jimena de la Frontera, ha abierto sus puertas al público, aunque no a todo el público, sino a grupos concertados y reducidos y a clientes de un alojamiento cercano.

Así lo explica Nieves Domínguez, la propietaria, a quien el parón del confinamiento dio tiempo para reflexionar sobre hasta qué punto el estrés estaba afectando a su vida. Por eso, La Estación a vuelto a la actividad, pero no a todo gas, sino de una forma reducida y asumible para ella y una persona más. Se trata de comidas previamente acordadas para grupos de no más de doce personas, que pueden disfrutar del encanto de este singular establecimiento -un antiguo edificio ferroviario, como su propio nombre indica- en exclusividad. A estos grupos se les sirve cocina de mercado tras preguntarles sus preferencias, por lo que el menú se convierte en una sorpresa.

Estas comidas se complementan con las que se sirven a los huéspedes de un establecimiento cercano y con otras actividades como las clases de yoga que el restaurante acoge durante las tardes.

De momento están funcionando bien así, aunque Nieves Domínguez no descarta abrir al público en general -aunque con un aforo más reducido que antes y previa reserva- en un futuro. Esa apertura no tiene fecha, porque depende de conseguir a una persona «comprometida y creativa» que trabaje con ella en el restaurante, alguien que se quede tras aprender. Incluso no descarta que esa persona pueda convertirse en socia del negocio.

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