La Finca Granujales recupera una tradición vinícola que se perdió hace dos siglos. Situada en Prado del Rey, ya ha comercializado sus dos primeras cosechas

El nombre de vino pajarete no nació en Málaga, sino en Villamartín, donde el Castillo de Matrera también se conoce como Torre Pajarete. En esta zona, aunque en término municipal de Prado del Rey, está la finca Los Granujales. Hace doscientos años era viñedo, como ocurría con toda la zona cuando se fundó el pueblo, y ahora lo vuelve a ser.

Antonio Abad es el promotor de esta iniciativa. La finca es de su familia y hasta el año 2002 era una dehesa con sus cochinos, alcornoques y acebuches. Pero Abad, que es distribuidor para la hostelería y aficionado a los vinos, soñaba con ver crecer de nuevo uvas en la finca. La oportunidad llegó cuando la Junta se propuso recuperar la zona de Pajarete y autorizó nuevos viñedos. Quince o veinte propietarios se animaron a cultivar uvas. Antonio plantó una hectárea entre 2003 y 2004 con la variedad moscatel de Alejandría, también conocida como morisca, que produce un fruto más pequeño y alargado que la moscatel habitual. Al principio elaboraron vino sólo para el autoconsumo, pero después se animaron a comercializar y los 3.000 litros procedentes de la uva cosechada en 2015 se embotellaron y salieron por primera vez de la finca.

El vino Granujales es «buenísimo, seco pero agradable en boca». No hay que buscar en él el aroma y el gusto de otros moscateles que se elaboran en la provincia. Este tiene un toque amargo, pero «en boca es muy agradable, meloso y suave». Un vino blanco con cuerpo y 13 grados, que viene bien para tomar antes de la comida y también para acompañar arroces, carnes «no muy potentes» o con quesos, por ejemplo. Recientemente hicieron una cata precisamente con los de El Bosqueño.

El vino, según explica, está teniendo buena aceptación, especialmente entre los amantes de los vinos de Jerez. Se diferencia bastante de lo que hay en el entorno, donde no abundan los blancos y no se trabaja este tipo de uva, según explica.

Tras la primera experiencia ha comenzado la comercialización del vino elaborado con la uva cosechada en 2016, unos 2.000 litros. Para diferenciarlo del primero, cambiará el dibujo de la etiqueta, una niña diseñada por Juan Hinojo. Habrá que esperar un poco para probar este vino, pero el procedente de la cosecha del año anterior se puede encontrar en restaurantes y tiendas de la zona y a través de su empresa de distribución (Manuel y Antonio Abad, 956723176) y de Distribuciones Miguel Merino.

Antonio Abad comenta sus planes para el futuro, que pasan por hacer los tapones con el corcho de los alcornoques de la propia finca o hacer una pequeña bodega. Pero lo que más le entusiasma es la idea de cultivar mollar, una variedad tinta llamada mollar cano, que se daba en la zona hace un par de siglos y que ya es muy difícil de encontrar. La hay en la Estación Experimental Rancho de la Merced, precisamente en un intento por que no se pierda.

La finca Los Granujales está en el Camino de la Romería o de los Granujales, en el kilómetro 2, en Prado del Rey

Puedes ver aquí un reportaje sobre los antiguos vinos gaditanos de Pajarete.

 

 

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