Barbadillo recupera La Quina, una bebida que fue muy popular a mediados del siglo XX y a la que se le atribuían cualidades medicinales. La bodega la saca ahora en la colección Atamán como bebida para sibaritas junto aun vermouth, un ponche y un cacao

Recuerdo que mi abuela Manuela cuando yo estaba desganado (que eran muy pocas veces) le recomendaba a mi madre que antes de comer me diera una cucharadita de quina. Era un vino, tenía alcohol, pero a estas bebidas especiadas se le atribuian cualidades medicinales, en especial la de provocar el apetito y se le daban incluso a los niños.

Armando Guerra es el máximo responsable de la sección de Alta Enología de Barbadillo. La bodega está sacando muchos de los tesoros que se guardaban en sus catedrales y ahora Guerra se ha fijado en 4 joyas que cuidaba con ahinco la enóloga de Barbadillo, Montse Molina. En unos barriles descansaban pequeñas partidas de una quina, un vermouth y dos licores que también fueron muy solicitados en el pasado siglo, el ponche y el cacao.

Guerra, tras comprobar el buen estado de estos productos y las posibilidades de hacerlos llegar al mercado sibarita, a esos aficionados que buscan el no va más, planteó a la bodega sacar al mercado una pequeña partida de estas joyas. De hecho en 2017 tan sólo se embotellarán 250 medias botellas de quina, otras 250 de vermouth, 80 de ponche y tan sólo 40 de cacao. Su precio tampoco será prohibitivo ya que estará en torno a los 50 euros. De todos modos Guerra espera que la mayoría de las botellas sean adquiridas por restaurantes de alta gastronomía que lo den a probar a sus mejores clientes como una rareza, como algo singular, con historia.

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Los cuatro productos puestos en el mercado. Foto: Cedida por Barbadillo.

El proyecto es más que comercial histórico, de recuperación de cultura. De hecho no sólo se sacan al mercado estos vinos, sino que se recupera también una antigua marca de la bodega: Atamán. Aunque suena casi a héroe de los tebeos, el nombre viene de una especie de cargo que existía en los ejércitos turcos (más información en la wikipedia). No se sabe muy bien porque en la bodega en 1943 escogieron este nombre para una gama de vinos. Lo más probable sería sencillamente que sonaba muy bien.

Guerra señala que por entonces Barbadillo tenía varias marcas de vermouth, de quina o de este tipo de productos de vinos y licores especiados. «Cuando vimos las etiquetas, el nombre, nos pareció algo tan interesante que es que hemos mantenido la etiqueta casi intacta, tan sólo adaptándola a la legislación actual».

Los cuatro productos va en la botella típica jerezana y a todos también se les ha incluido la leyenda «Quién guarda haya» en referencia a la importancia de guardar en óptimas condiciones estos productos en las bodegas».

Una de las primitivas etiquetas que se utilizaban para Ataman.

Una de las primitivas etiquetas que se utilizaban para Ataman.

En este sentido Guerra elogia el trabajo de Montse Molina, la enóloga de Barbadillo por haber logrado que estos productos, con casi 50 años de vejez, se hayan mantenido a la perfección.

El proyecto de Barbadillo con estas joyas bodegueras es a largo plazo. Cada año se seguirán sacando nuevas ediciones de Atamán y también se trabaja en un proyecto más ambicioso tomando como base el vermouth encontrado. En este sentido  quieren sacar al mercado uno propio de Barbadillo dado que esta bebida está ahora de moda y que las bodegas de la zona tenían estos productos muy desarrollados en la primera mitada del siglo XX.

Atamán, de hecho, se presentó en sociedad hace tan sólo unos días y con un escogido grupo de somelier como testigos. Hasta la bodega sanluqueña se desplazaron para conocer «en persona» a Atamán profesionales de tiendas de vinos especializadas o de restaurantes como Kabuki , el Cenador de Amós o Mugaritz.

La quina ha sido bautizada con el nombre de “Inquina” ya que el tiempo ha reforzado el toque de amargor de esta bebida, de ahí el juego de palabras.

El vino puede adquirirse en la tienda de Barbadillo en el Museo de la Manzanillla situado junto al castillo de Santiago, en Sanlúcar.

Arnando Guerra, responsable del área de Alta Enología de las bodegas Barbadillo. Foto: Cedida por la bodega.

Arnando Guerra, responsable del área de Alta Enología de las bodegas Barbadillo. Foto: Cedida por la bodega.

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