El establecimiento, que llevaba 20 años cerrado, reabre regentado por tres profesionales de experiencia en el mundo de la hostelería, con un catálogo de tapas clásicas, sin microondas para calentarlas y con tortillas que se hacen cuando el cliente las pide

Cuenta Julio Molina Font en su libro «Baches, bares y ultramarinos» publicado el pasado año que eran famosos en el establecimiento los calamares fritos y los berberechos. El Recreo Chico, situado en la esquina de la calle San José con Cervantes, era de esos sitios famosos de Cádiz en la segunda mitad del siglo XX. Estaba regentado por los hermanos Antonio y Angel González Diego y su actividad finalizó hace unos 20 años cuando ellos se jubilaron.

El pasado sábado 6  de mayo El Recreo Chico ha vuelto a abrir. Se mantienen las dos columnas características que sostienen el dintel de la puerta, pero por dentro ha sido completamente renovado, aunque mantiene su apariencia de bar clásico, con barra en forma de l que recorre todo el local, una contrabarra y tan sólo 2 mesas bajas, los 66 metros cuadrados del establecimiento no dan para más. Quieren incorporar dos o tres mesas en la terraza, pero poco más.

Pero el clacisismo no será solamente estético, los nuevos gerentes del establecimiento, quieren mantener ese toque de tapas de toda la vida y como filosofía de su apuesta por lo auténtico anuncian que renuncian a uno de los elementos característicos de las cocinas más modernas, el microondas, con el objeto de ofrecer los guisos con su mejor cara.

Germán Moreno Pérez, junto a su hermana Delia y María Bosati, los nuevos gerentes de El Recreo Chico. Foto: Cosasdecome

Germán Moreno Pérez, junto a su hermana Delia y María Busati, los nuevos gerentes de El Recreo Chico. Foto: Cosasdecome

En la primera carta del establecimiento aparecen menudo de chocos, un guiso típico de Sanlúcar (aquí una video receta que explica como se hace), unas fabes con rabo de toro, carrillada o un guiso del día que van cambiando.

Para elaborarlos está el cocinero Germán Moreno Pérez, un profesional ya con amplia experiencia en hostelería y que se ha formado con uno de los grandes especialistas en guisos de la ciudad, el cocinero Luis Ripoll, actualmente en La Taberna del Anteojo. Con el estuvo en el ultramarinos El Cañón o en la propia taberna del Anteojo, aunque también ha pasado por las cocinas de la cervecería La Marea o el chiringuito Picachos.

Ahora Germán se ha atrevido a iniciar aventura propia junto a dos socios más, su hermana, Delia, formada en la Escuela de Hostelería Fernando Quiñones y que también trabaja en La Taberna del Anteojo y María Busati Molina, que se encarga de la atención al público y que ha estado durante diez años en La Churrasquería de San Fernando.

La ensaladilla de langostinos y encurtidos, una de las tapas del establecimiento.

La ensaladilla de langostinos y encurtidos, una de las tapas del establecimiento.

El fuerte del nuevo Recreo Chico son las tapas. Están entre los 2,70 y los 4,20 euros. Tan sólo dos arroces, uno con carne y verduras y otro de atún se sitúan en los 8,5 euros.

Se sirven unos grandes croquetones del puchero. La receta que emplean es la de Juana Pérez, la madre de Germán y Delia. Tienen también unas tortillas individuales que «cuidamos mucho» destaca Germán Moreno: «Las hacemos cuando las pide el cliente con patatas gallegas y huevos de campo y además le preguntamos a quien la pide, como la quiere, poco hecha o muy hecha para que salga a su gusto y al momento».

Moreno resalta que queremos «ofrecer calidad. El pescado frito que ofrecemos varía según el día, con lo que haya en el mercado y los guisos los calentamos en unos pequeños cazos al fuego, nada de microondas porque se resecan».

La carta es corta, apenas una veintena de especialidades «porque queremos cuidar lo que ponemos. La cambiaremos con frecuencia y habrá sugerencias».

Hay algún guiño al histórico Recreo Chico. Así se hace un recuerdo a los calamares fritos de la casa con un curioso bocadillo de calamares de potera (aquí se explica que son los calamares de potera). Se sirven en un pan que les hace especialmente para ellos, Pan de Aida, una panadería artesana abierta recientemente cerca del mercado de abastos. Elaboran un pan aromatizado con ñoras que luego ellos rellenan con los calamares fritos y un poco de alioli.

Pronto también tendrán berberechos, otra de las tapas típicas del antiguo Recreo Chico. Cuentan también con postres propios y la carta de vinos, señala Delia, encargada de ese apartado «la cuidamos no trayendo los vinos habituales».

El dato más antiguo que se conoce de El Recreo Chico, según las investigaciones que relata en su libro Julio Molina Font, es que en 1892 era un bache que regentaba Santiago Peral. Se llamó también Morante Chico a principios del siglo XX y funcionaba como despacho de vinos. El local sería luego carbonería.

En la década de los 40 lo coge ya Antonio González, cántabro y que ya lo dedica a tienda de vinos. A el le sucedería su esposa, al morir Antonio y de ella pasaría a sus hijos, Antonio y Angel González Diego, que son los que lo hicieron más conocido. Como el Recreo Chico abrió en el año 1950 y el nombre se lo puso Antonio González, el padre de Antonio y Angel.

Al parecer, según relatan los actuales propietarios del establecimiento, lo del recreo chico venía porque el sitio era muy frecuentado por médicos y alumnos de la facultad de Medicina, que consideraban su estancia como un «recreo».

Horarios, localización, teléfono y más datos de El Recreo Chico, aquí.

Imagen exterior del establecimiento. Foto: Cosasdecome

Imagen exterior del establecimiento. Foto: Cosasdecome

 

 

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