Están ligeramente abuñoladas pero por eso no dejan de estar crujientes, una de las características principales de las tortillitas. Para colmo, y a pesar del riesgo que supone hacerlas de esta manera, no están nada aceitosas. Lo cierto es que en el Bar Camarón se han trabajado la fórmula que llevan practicando desde 1976 cuando Antonio Pacheco Sánchez y Antonia Varo Benitez pusieron en marcha el establecimiento.
Al abuelo de Antonio lo conocían en el pueblo con el nombre de El Camarón y de ahí que en honor de él pusieran este nombre. Desde el principio pensaron que con ese título una de las tapas del bar tendrían que ser las tortillitas de camarones. Y ahí se puso Antonia a trabajar en la fórmula. Las tortillitas siguen conservando ese atractivo que tiene lo casero porque tanto su presentación como su sabor recuerdan mucho a las que puedes comerte en tu casa.
Llevan harina de trigo, cebolla, los camarones, perejil, un poco de colorante alimentario para darle cierto tono anaranjado, que resulta muy agradable a la vista, y agua del grifo, nada de agua con gas ni nada, agua del grifo. El resultado son unas tortillas un poco más gordas del canon actual de las tortillitas en el que la tendencia es cuanto más finas mejor.
En la actualidad las tortillitas las hacen las dos generaciones que llevan el bar, la de Antonio Pacheco Varo, que ya comenzó a trabajar en el establecimiento cuando se abrió y su hijo Daniel Pacheco Jiménez. A ambos le acompañan también en su aventura sus respectivas esposas.
Antonio señala “que hemos mantenido siempre la fórmula igual. Nos gustan un poquito más gorditas de lo habitual pero si el cliente las quiere finas, finas, se las hacemos también”. En el pequeño bar familiar de la avenida del Mar son una de las estrellas de la casa al igual que los caracoles que preparan en temporada, con un caldo claro y limpio, la misma limpieza que caracteriza al pequeño negocio familiar. La tapa sale a 1,5 euros (precio a febrero de 2017).