Qué le gusta a un tapatólogo una pizarra. Esta estaba colgada a media pared y en el primer lugar, a tiza, figuraba la frase mágica “Hay coquinas”. Ante tan sabias palabras uno no puede hacer otra cosa que seguirlas al pie de la letra, así que pedimos una de coquinas. Al fondo, en la cocina, se veía una gran olla de la que Yolanda Guerrero Rojas, la artista, no paraba de sacar cucharás y más cucharás. Llegaron pronto y con un olorcito que obligó a la pareja de tapatólogos que participaba en el operativo a solicitar la pronta presencia de pan en el lugar de los hechos “porque se intuía que iba a ser necesario usarlo a sopón intenso” (se conoce con el término de sopón intenso en Tapatología cuando se utiliza el mojado de pan en un porcentaje de más de 4 barquitos por centímetro cuadrado. Suele incluir al final de los hechos un rebañado).
Los hechos ocurrieron con una velocidad de vértigo. Apenas se habían comido dos coquinas, los tapatólogos ya hicieron la primera inmersión de pan en la cazuela de barro. Vislumbraron cebollitas, un caldo colorao que presuntamente anunciaba la presencia de tomate y alguna verdulería más. José Manuel Sánchez Albaiceta, el gerente del bar De Gonzalo, respondió al enigma con prontitud. Su mujer, Yolanda Guerrero, la autora de este guiso de coquinas, mezclaba un poquito de salsa marinera con un poquito de salsa roteña y de ahí el resultado del plato en el que interviene también un poquito de vino fino de El Puerto de Santa María.
José Manuel Sánchez señala que las coquinas sólo “la trabajan” desde junio y hasta mediados de septiembre, que es la temporada. La tienen en tapas, a 2,50 (versión generosa) y también en ración a 8.