Eugenio Camacho señala: En cualquier restaurante marroquí que se precie la prueba definitiva está en la pastela. Más o menos como las croquetas en un restaurante español. Si las hacen buenas te puedes fiar. La pastela en este caso es más compleja. Un plato de celebración que en su origen se rellenaba de pechuga de paloma, una carne con la textura más dura y seca. Hoy, en cambio, ha sido sustituida por el pollo. Estamos ante el plato estrella de El Califa. Viene acompañada de una salsa de almendras, caldo de pollo y miel. El caldo realmente es la salsa resultante del prensado del guiso del interior, que evita que se desmorone el pastel con la pasta filo, el guiso de pollo, los frutos secos y las especias. Después de terminar de hacerse en el horno se le pone almendra picada por encima. Hasta ahora, la palma de las pastelas se la llevaba una que probé en uno de los puestos del Mercado Victoria, en Córdoba. Esta de El Jardín es imbatible.

El tapatólogo realiza una crónica más detallada de su visita en su blog Abocallena. Pinchar aquí para verla completa.

El tapatólogo acompaña su informe con la foto de arriba.