
El restaurante lo fundó Francisco Alba en 1964. Ahora es su hijo Bartolomé Alba Rubio el que regenta el negocio.
A este restaurante conviene empezar a describirlo por su terraza situada a pie de arena, tanto que mientras comes estás viendo el agua y, no es cuento, se escuchan las olas. A ello hay que sumar un comedor interior, por si hace mal tiempo o simplemente apetece el fresquito del aire acondicionado y una barra que se prolonga a un pequeño patio interior con mucho encanto. En esta última zona se puede tapear. Junto a la barra está el segundo distintivo del establecimiento, su barca de pescados que suele estar llena con especies locales y mariscos. En la web del restaurante tienen una cámara permanentemente enfocando la barca. La carta gira en torno a estos productos que Bartolomé Alba se encarga de seleccionar personalmente. El repertorio comienza con langostinos o carabineros, estos segundos se pueden tomar con arroz, otra de las atracciones del sitio. En los pescados de roca hay urtas, bocinegros, salmonetes, borriquetes, doradas y todo lo bueno que aparezca por la lonja conileña. Los pescados, además de fritos, se pueden tomar al horno, a la sal o a la espalda. La tercera gran pata de productos está constituida por el atún que se prepara tanto a la plancha como con fórmulas de inspiración japonesa. El establecimiento ha obtenido varios premios en el concurso anual que se realiza en Conil en torno a este pescado.
Noticias sobre este establecimiento anteriores a 2017, aquí.
El arroz con carabineros, el arroz marinero, el arroz especial de mariscos, las castañitas (pequeños calamares) al ajillo, el morrillo y la ventresca de atún a la plancha, el arroz en paella, las almejas a la marinera, los mejillones rellenos, los calamares fritos, las gambas al ajillo, las coquinas, los daditos de pargo fritos, las puntillitas fritas.