La combinación es clásica. Hay incluso un refrán que dice que uvas y queso saben a beso, pero en tostadas y para desayunar no es tan habitual. La primera vez que te gana la tostada es nada más llegar a la mesa porque te invita, por su colorido, a empezar el día con alegría. El contraste del blanco del queso con las uvas, la rúcula y los canónigos ya hace que tengas ganas de hincarle el diente y luego la combinación, cuando le metes mano, no decepciona. Es una mezcla sutil de dulces y salados. El pan, de la panadería Nando de Vejer, lleva ciruelas y nueces en la miga. Luego, el cocinero Tony Pérez, que se encarga de crear los platos del establecimiento, le una un chutney (salsa agridulce parecida a la mermelada) de pimientos. En el centro rúcula, canónigos, la burrata y una crema de salsa pesto, además de las uvas, que vienen partidas por la mitad. Lo suyo es arrejuntarlo todo e ir cortando la tostada, porque es desayuno de cuchillo y tenedor más bien. Pérez resalta que la tostada la introdujeron en carta hace 3 años y no la tienen siempre ya que solo la despachan cuando les llega la burrata. El nombre de «Bianchini» es un homenaje al inventor de la Burrata, que podría recordar al requesón andaluz. Bianchini creo este tipo de queso a mediados de los años 50 en Italia. La tostada sale a 7 euros (precio a mayo de 2024).