Pan de Aida se enfrenta a una mudanza al Mercado Central que no puede costear y ha emprendido una cuestación vía internet.

 

Última actualización: 5 de abril de 2018

Poco más de 3.300 euros conseguirían que Pan de Aida siga existiendo, aunque en otra localización. Tiene que cerrar su tienda de Alcalá Galiana, pero ya les han confirmado que pueden mudarse al vecino Mercado Central de Abastos. Han hecho cuentas, y la cosa va más allá de los 10.000 euros, pero entre ayuda familiar y ahorros, les faltaría ese empujón de 3.000 que están intentando conseguir vía internet. En el momento de actualizar este artículo, ya llevaban recaudados más de 2.000.

Pan de Aida es una pequeña empresa que produce doce kilos de pan diario artesanal y unos pocos bocadillos. Con esta producción, lógicamente no se consideran un obrador, ni quieren serlo. Quienes conservar el espíritu con el que nacieron hace apenas año y medio: un pequeño negocio en el que hacer y vender un pan artesanal, directamente a sus clientes, que se han convertido casi en una pequeña comunidad en torno a la humilde magia diaria de la masa madre y el trato cercano.

Están en Cádiz capital, a pocos metros del Mercado Central de Abastos. El negocio de Aida Rincón y Jill Hodgetts peligra, pese a que tienen una clientela fiel y justamente estaban a punto de librarse del crédito que pidieron para emprender. Se han topado con la burocracia y necesitan mudarse o hacer una reforma cara y cuyos resultados no están garantizados.

Empecemos por el principio: en el establecimiento se realiza un pan artesanal que se cuece en un horno eléctrico similar, según explican, al que utilizan otros puntos de venta por toda la ciudad para terminar de hacer el pan precocido y congelado. El horno llega tan sólo a los 300 grados, pero es suficiente para sacar adelante una modesta producción diaria de doce kilos. Y no había habido ningún problema, hasta que llegó una denuncia vecinal que les acusaba ante el Ayuntamiento (Urbanismo) de tener un horno industrial. Se veían abocadas a convertirse en un obrador -con lo que perderían toda la esencia del negocio, que se convertiría en algo muy diferente a la panadería de toda la vida que han conseguido recrear, asegura Jill- o a tramitar el proyecto como Actividad Molesta. Esto supone, explica Aida, hacer un obra que no garantiza que les vayan a dar la licencia. No sólo es una cuestión de dinero (la obra podría costar unos 30.000 euros), sino de que habría que conseguir el permiso de los mismos vecinos que las han denunciado para instalar una salida de humos.  Sea como sea, están ante un traslado o un cierre, porque lo que sí les ha dejado claro el Ayuntamiento es que no deben hornear más.

«Nos dan un ultimátum: dicen que no podemos tener ni cocina ni horno, de lo contrario debemos tramitar el proyecto para ser Actividad Molesta (Actividad Calificada). Como si fuéramos una gran industria. Nos piden que adaptemos el local con un gran proyecto que implica insonorización completa del local, salida de gases por el patio de luces del edificio, proyecto técnico, cámaras refrigeradas, informe acústico favorable, y aún haciéndolo no nos aseguran que nos concedan la licencia o que no tengamos problemas si vuelven a denunciar. No podríamos pagar un proyecto tan grande, y tampoco es físicamente viable en nuestro local actual», explican.

Así que han decidido que lo más práctico es mudarse a otro local que ya ha haya acogido una actividad similar y, por tanto, reúna ya los requisitos. Ya el lunes 2 de abril se perfilaba otra opción: mudarse al interior del Mercado Central, algo que el martes 3 de abril trataron con representantes municipales, puesto que también depende del Ayuntamiento, y que tras el encuentro se veía como la opción más viable. Tras conseguir el inicial el visto bueno de Urbanismo, Aida y Jill han hecho números: se irán al mercado, pero necesitan ayuda económica para instalarse. El crowdfunding, que ya habían iniciado para lograr dinero para mudarse a otro local -antes de que estuviera clara la opción del mercado- ya ha conseguido recaudar 2.000 euros. Ahora han actualizado el objetivo y explican detalladamente en qué los invertirán: en un puesto del Mercado, aunque no del Rincón Gastronómico, sino de los normales, que contará con una pequeña cocina para hacer el pan que después venderán allí mismo. Pulsar aquí para acceder a la página del crowdfunding.

 

A Aida y Jill les ha sorprendido la reacción de la gente al conocer su problema. «Los hay que están auténticamente enfadados», explica la primera.

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