El hallazgo ocurrió en la cafetería que tiene Donpanes en el centro comercial de Bahía Sur y la verdad es que comerse un donut de chocolate mirando el segundo puente sobre la Bahía tiene cierto valor añadido, te hace revisar todo lo que se ha escrito sobre los agujeros negros. Lo primero que llama la atención del bollo del agujero es el estado de crujientismo de la fina capa de chocolate que lleva por lo alto, pero luego, cuando lo cortas con el cuchillo para lo que es comerlo más comodamente, descubres que por dentro está tiernecito, tiernecito.
La combinación en un mismo bocado entre crujientismo y tiernismo resulta conmovedora, sobre todo si se produce en horas de merienda, en las que uno es más propenso a conmoverse. Me hubiera comido cuatro si no fuera por la actitud de mesura que debe tener siempre un tapatólogo a la hora de merendar.
Chelo Ordoñez, encargada de Marketing de Donpanes, señala que el producto lo elaboran a diario, excepto los domingos. Se hace tanto la masa de los bollos como la fritura y esta es la clave de que estén tan tiernos por dentro. Señala que es uno de los clásicos de la empresa.