El libro de estilo del tapatólogo señala que toda visita a una plaza de abastos, una de las actividades que todo buen estudioso debe hacer al menos una vez a la semana, debe comenzar con un desayuno en condiciones… y eso, evidentemente, no es una taza de conflis de Kelog (perdónenme por hablar de una cosa tan desagradable en este momento tan bonito). Un desayuno en condiciones es sentarse en un bar de los que rodean las plazas de abastos, preferiblemente en una terracita y comerse allí, en un ambiente con su poquito de bulla, o unos churritos o un buen pan con manteca o aceite… o incluso con foigrá, pero del chungo, nada de Foie de pato, foigrá del de Apis. En este caso optamos por unos buenos churritos. Comenzamos por uno de los rituales y es guardar cola. En este caso en el puesto de Charo, la churrera más conocida de El Puerto de Santa María. Lo primero que disfruta uno en la cola es de Charo, con sus ojos alegremente maquillados y su conversación, que sirve para entretener al público en esa terrible pausa entre una rueda y otra de churros. Nunca se ha elogiado como merece la labor de marketing de las churreras que atienden al público, casi todas mujeres por cierto, que realizan una labor impresionante entreteniendo al personal con su conversación mientras llega la rueda. Charo envuelve los churros en su papel de estraza y aquí nos permitimos un segundo placer porque nos sentamos a comérnoslos en el Bar Vicente, o Los Pepes, como también se le conoce en El Puerto. Estéticamente quizás sea uno de los bares más bonitos y mejor conservados de la provincia de Cádiz. Hay que visitarlo y mirar una y otra vez las paredes… pero sin pasarse que se enfrían los churros. Llega el momento cumbre, cuando abres el papel de estraza y se muestran en plenitud los churritos. Los de Charo son más bien gorditos y de masa compacta y están muy bien fritos ya que consigue a la perfección el crujientito que han convertido el churro en el mejor desayuno de la creación. El punto de sal es también perfecto y los churros no resultan nada aceitosos, una gran virtud. Charo, también los tiene de los gordos o de masa, como también se les conoce una modalidad de churro prácticamente en extinción y al que hay que empezar ya a proteger como el lince. La historia de Charo Salguero Venegas va íntimamente unida a los churros. La tradición familiar en el sector la empezó su abuelo y le siguió su padre y ahora ella y su hermano José Luis, que abre la churrería por la tarde, mientras ella la atiende por la mañana. Pero es que los hijos de Charo: Miguel Angel, Alonso y José Luis Romero Salguero son los que se encargan en la actualidad de freír los churros, mientras que su madre, con su impecable baby blanco, se encarga de servirlos al público. Charo, que tiene ahora 68 años, comenzó en el negocio a los trece años y desde entonces no ha parado. Hasta al Rey Juan Carlos y su hijo les ha servido cuando han venido a El Puerto de Santa María, destaca.
La churrería de Charo abre todos los días a partir de las ocho de la mañana y se mantiene hasta las once o las once y media, depende del día. Por la tarde, en los meses de invierno (desde que empieza el colegio señala Charo) José Luis Salguero, el hermano de Charo, también abre el puesto y se sirven churros. Lo típico es comerlos con café o chocolate en algunos de los bares cercanos. El kilo de churros se cotiza a 8 euros y el mínimo que se vende es un euro, una ración suficiente para un tapatólogo que no sea agonía.
Si quiere conocer más sobre la historia de este puesto de churros y de Charo Salguero, puede consultar la página Habitantes y Gentes de El Puerto de Santa María.
Apartado científico: Desayunística, Especialidad emergente de la Tapatología que estudia la ruptura matutina del ayuno. Nos encontramos ante un clarísimo caso de churrismo, área destacada de esta ciencia.