La base de este bocadillo, su origen, está en una berza de apio y acelgas que hacen en la familia de Manuel Díaz Montoya el gerente y cocinero de la taberna María Manuela. De esta berza, que también ponen de tapa en el establecimiento, sale esta pringa de gran aplauso. Manuel explica que «no hacemos una pringá sin guiso para los bocadillos, porque no sale igual, ya que las verduras también dan sabor». La pringá lleva tocino entreverao y de papada, morcilla, chorizo, cabeza de lomo, manita de cerdo y algún elemento carnívoro más. Manuel lo pica todo a cuchillo, nada de batidora y así quedan unos trozos generosos de carne, que se dejan ver cuando te lo comes. El segundo elemento virtuoso del bocadillo está en que el mollete, que llega desde la prestigiosa firma molletera de la Panificadora de la Paz de Espera, está perfectamente tostado. Manuel destaca que también lo ponen en pan tipo viena y que así también gusta mucho. La pringá es de esas que no se repite. Solo la ponen para los desayunos y la tienen casi siempre, a no ser que se agote. El mollete y el cafelito sale a 4 euros (precio a noviembre de 2024).
La pringá de Manuel recuerda mucho a la mítica que ponían en El Volapié, que estaba situado en el paseo de Las Delicias.
Agradecemos al tapatólogo Eugenio Camacho, una eminencia de la desayunística, su pista para encontrar este ejemplar virtuoso del bocadillo de pringá.
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