Vistos de lejos parecen lo que aquí llamamos higos brevales y de hecho en la pastelería se venden como dulce de higos. La apariencia, muy conseguida, se logra con una pasta a la que se colorea en verde con tintes naturales y comestibles y dándole forma de bolsita.
Después lo pruebas y efectivamente saben a higos de esos ya secos y dulces… pero resulta que el dulce de higos no lleva higos, sino que es una acertada combinación de frutos secos bañados en miel y una masa de harina, mantequilla y agua de azahar. La conclusión final es que el dulce es muy agradable de comer, que sabe a higos, lo que demuestra que en todas las culturas se hacen milagros, y que las creaciones de Amal Bouayadi, una joven pastelera de origen marroquí afincada en San Fernando, merecen probarse. Es un dulce pequeñito de los que se comen en tres bocaos y de esos que antes de comérselo hay que olerlos con detención y delicadeza porque de esa forma ya se empieza a disfrutarlo. No siempre lo tienen por lo que es bueno llamar antes por teléfono para asegurarse. En este establecimiento los que tengan caprichitos deben de ir con precaución porque el escaparate es de los que se mete por los ojos, lo advierto.