Juan Carrasco señala: «Hacia unos siete años que no visitaba este restaurante y ayer decidi ir con mi mujer a ver como seguia. lleguamos a las dos de la tarde y sin reservar mesa nos la asignaron sin problemas. Pregunte si habia cambiado de dueño y me dijeron que no, que lo regentaba Manuel, el hijo de Gabriel que habia fallecido. la mesa era perfecta, bien preparada y nos facilitaron la carta.
De entrada nos pusieron un aliño de pasta con cebolla, pimiento, muy rica como cortesia d ela casa.
Nos pedimos unos cogollos de tudela o de Almeria con crema de queso y salmon, delicioso.
Luego pedimos un revuelto de esparragos trigueros, muy rico y con sabor amargo de los de verdad.
El plato siguiente fueron unos salmonetes pequeñitos, muy frescos y en su punto.
Posteiormente pedimos calamar plancha que como todo calamar, algo duro pero de sabor intenso y muy bueno.
Los postres pedimos Piononos y tarta de chocolate de la de siempre porque me acordaba de lo rica que estaba.
Como critica positiva dire qu el servicio mejoro un 200%, comes un plato y te traen el siguiente en menos de un minuto. El camareo Pepe, muy atento y otro camarero que no sirvio, joven denotaba un conocimiento de la hosteleria profundo, con una atencion poco vista.
EL restaurante conserva su decoracion de siempre, limpio y perfecto.
Solamente un detalle, que seguro se le paso por encima a Pepe y fue que nos obsequio con un chupito de Pedro XImenez, exquisito, pero desgraciadament el vasito estaba roto. Despues de tomarlo, le indique al camarero joven que lo depositara en el cubo de la basura y asi decidio hacerlo.
Mi puntuacion es muy alta quizas es justo asignarle 9.3 puntos.
Un saludo».
La foto de arriba es de un comedor del establecimiento.