En su nuevo restaurante Orígenes, el cocinero Jeremy McGinley continúa demostrando sus dotes de maestro arrocero con unos espectaculares arroces de capa fina. Ha creado una variada carta respaldada por las brasas con madera de encina que merece el viaje a Puente de Hierro

 

Cuando Jeremy McGinley anunció la apertura de su nuevo restaurante, dijo que no sería una simple cantina que surtiera al Club Náutico Puente de Hierro de San Fernando. Y así ha sido. El cocinero isleño ha encontrado un nuevo espacio en el que desarrollar su cocina poniendo el foco en las brasas y sin olvidar una de sus especialidades, el arroz.

El restaurante está ubicado en un lugar que mucha gente desconoce, porque no es una zona habitual de paso, salvo si se frecuenta el club náutico. Tiene unas bonitas vistas a la Bahía, rodeado de algunos de los caños que riegan la localidad y los barquitos que por allí atracan. Pero cuando hay hambre, lo importante está en el interior, como se suele decir. El local es sencillo, funcional, sin grandes detalles decorativos. El comedor principal se encuentra en una terraza acristalada desde la que contemplar el entorno,  y muy importante, resguardarse del viento cuando sopla fuerte. Al entrar llama la atención un horno de leña en el que uno imagina que pueden suceder cosas muy ricas.

La carta de Orígenes sorprende por tener mucha variedad en un momento en la que la tendencia es la contraria. Pero McGinley acierta dando opciones para todos y convertirlo en un sitio al que ir con cualquier persona, amigos, familia, niños…  A grandes rasgos es cocina tradicional de la zona, con algunos guiños a la fusión, pero que se sale un poco de lo que siempre se encuentra en carta.

Abre su oferta con una sección de tapas, de nuevo muy variada, donde no falta la ensaladilla, las croquetas o las pavías. Tienen bocadillos a los que llaman preñaos, de carrillada ibérica al toro y de gambones con alioli una pieza de pan de buen tamaño.  También un bocata de calamares con mayonesa de pimentón picante, un guiño a este bocado típico madrileño que ha tenido una tímida incursión en algunos gastrobares de la provincia. Es de agradecer que entre las tapas haya algo de carne a la brasa, además de la guisada y del pescado frito, que no te obligan a pedir un plato completo pero sí te permite probar una de las grandes bazas del restaurante. Salsas exóticas como la tikka masala o sweet chili son las que aportan esa fusión poco habitual en establecimientos de este tipo. En lo entrantes destaca tres recetas con queso provolone diferentes y las tostas.

Fuera de carta, alcauciles con cocochas de bacalao. Foto: Cosasdecome

Aunque no aparece en la carta, uno de los motivos por el que merece la pena visitar Orígenes, son los arroces. Jeremy McGinley ya los bordaba, como buen maestro arrocero que es, en el anterior restaurante en el que ejercía, Caño 18. Elegir qué arroz pedir es siempre complicado, pero en Orígenes tienes la impresión de que no te vas a equivocar, escojas el que escojas. En este caso fue un arroz de rabo de toro con setas. Se trata de un arroz seco, que llega a la mesa en una paella, distribuído en una fina capa de arroz, como es propio del Levante.. Es común probar fumets muy fuertes que anulan por completo el sabor de los ingredientes principales, pero no pasa con este: el rabo de toro se deshace y aporta sus matices combinados con unas setas variadas que de igual manera, no pierden su personalidad. Todo evoca de alguna forma a las brasas. El arroz tiene un punto meloso, el justo, y está en el punto perfecto.

Arroz de rabo de toro y setas. Foto: Cosasdecome

Fuera de carta, el restaurante Orígenes introduce otros platos como unas cocochas con alcauciles, producto de temporada. Cómo no, los alcauciles se preparan en la parrilla y se llenan de sabor a humo y madera de encina, quedando muy tiernas. Lo acompañan unas cocochas de bacalao preparadas con aceite y pimentón, recordando a la receta de las tagarninas esparragás.

Interesante probar la ensalada ahumada, que, según cuentan, hace que se giren cabezas ante el olor a brasas que va dejando por la sala cuando va a servirse. En concreto se trata de una ensalada ahumada a la encina con foie, jamón de pato, nueces y crema de trufas, que se suma a otras dos opciones de ensalada.

La cocina a la parrilla es una de las bazas de Orígenes. Foto: Cosasdecome

Por su ubicación, Orígenes no puede pasar sin pescado, tanto frito como guisado y en otras elaboraciones. Cazón en adobo, puntillitas, ortiguillas, chocos… son algunas opciones junto a la cazuela de rape o bacalao y marisco, la barriga de atún a la brasa o la pata de pulpo. Por otro lado están las carnes, en un apartado bastante extenso donde hay diferentes cortes de cerdo ibérico, chuletón, solomillo entrecot de vaca madurada e incluso un pollo asado. Todo bendecido por el fuego, que manejado con destreza, suma sabor y calidad al plato.

Como postre, apenas tres opciones, pero suficientes, especialmente cuando la tarta de queso está entre ellas. En este caso, el sabor a queso de cabra está muy presente, como debería ser en todas las tartas de este tipo, que a veces se quedan solo en una crema de queso muy dulce y sin el carácter que debe aportar el ingrediente principal. Una muy buena opción para terminar la comida que se sirven con helado de chocolate blanco y coulis de uvas moradas.

Tarta de queso con helado de chocolate blanco. Foto: Cosasdecomé

Orígenes abrió a finales de febrero, y aunque tenga camino que recorrer, la trayectoria y experiencia de McGinley lo coloca en un punto de partida muy aventajado, como un sitio de referencia que visitar si se quiere disfrutar comiendo.

Precio: 20-30 euros por persona

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