El concurrido establecimiento gaditano crece con un espacio que antes se dedicaba a garaje y ahora parece una galería de arte.
La Tabernita de la calle de La Palma de Cádiz es un sitio muy chico, pero muy popular. Tanto, que su propietario, Rafael Bueno, advertía de que se trataba de un «minibar» en sus redes sociales para que nadie se llevara una desilusión al comprobar la estrechez de sus 35 metros cuadrados, sólo aliviados por un par de botas a modo de mesas altas en el exterior.
Ahora, el establecimiento ha crecido, y lo ha hecho con aires de galería de arte. Al espacio original se ha sumado ahora el del garaje del edificio, y ambas partes se unen en el fondo a través de un pasillo. En la zona nueva hay, de momento, tres botas para dos personas cada una.
Pero lo más llamativo es la decoración. En la parte original ya había algún cuadro del padre de Rafael -también Rafael Bueno-, pero en la nueva zona estos cuadros son los protagonistas. Los hay en todas las paredes y también en el pasillo del fondo, como una forma de hacer más grato el recorrido a quienes vayan de una parte a otra del local (ese pasillo es el que aparece en la imagen que encabeza esta información). Los cuadros, además, están a la venta.
Al nuevo espacio hay que sumar que ahora tienen una terraza mayor, compuesta por otras ocho botas. Lo que no ha cambiado apenas tras la reapertura post pandémica es la oferta gastronómica: ahí sigue, fiel a su cita, el cazón al coñac, la tapa imprescindible de este bar viñero.