Situada en el barrio de El Mentidero, La Taberna del Ocho sirve ahora recetas de cuchareo como la sopa de tomate o los judiones con chocos y cuenta entre sus especialidades las croquetas y la pastela.

 

La Taberna del Ocho está abierta desde 1929. Hasta hace unos pocos años, era el típico establecimiento gaditano con dos partes diferenciadas: el bar y el ultramarinos. De hecho, estaban divididos físicamente de barra hacia afuera. La separación ya no existe, y ahora la taberna ocupa todo el espacio de este local situado en la confluencia de las calles Hércules y Navas, en pleno barrio de El Mentidero. Pero, por lo demás, la taberna salvaguarda buena parte de su antiguo aspecto.

El local, desde un espejo que lo decora.

En el local se conserva un cartel donde se explica que Cayetano Sainz estaba a cargo del establecimiento tras su apertura. En los años treinta lo regentó Evelio Gutiérrez, en los sesenta y setenta, Isidoro Álvarez de Perea, después Francisco Monroy y tras su jubilación, hace un par de años, María Ordoñez y Rafael Moguel.

La nueva etapa ha traído cambios al local: no sólo ha desaparecido la parte de ultramarinos y desavío y la división, sino que ahora allí se cuece algo más que macetas de cabrillas. La familia de Ordoñez siempre se ha dedicado a la hostelería, y ella empezó a trabajar y formarse en el oficio desde muy pequeña. A ella se deben la mayoría de los platos apuntados en las pizarras (no hay carta) de la Taberna.

Detalle de la decoración.

Croquetas de puchero o de gambas al ajillo, sopa de tomate, panizas, rabo de toro, pastela árabe, calamares rellenos son algunos de los platos que elabora María y que sirve Carmen González, quien atiende al público tras la barra de la taberna. En temporada, el surtido se incrementa con platos como la berza de tagarnina o arroces.

El establecimiento conserva las pequeñas botas de vino de Primitivo Collantes, con más de cuarenta años, además de más referencias de distintas denominaciones de origen y un vermú.

María (izquierda) y Carmen.

El antiguo dueño dejó mucho de los elementos antiguos que decoran este espacio, pero Moguel ha añadido más. Como es muy aficionado a reciclar piezas, también ha elaborado él mismo las lámparas que decoran el local, realizadas con antiguas palanganas.

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