La localidad serrana cuenta desde hace unos meses con una fábrica de pasta fresca que ya ha comenzado a comercializar sus productos.

 

Parecía que el Estado de Alarma no nos iba a dejar contar ninguna apertura; ya habíamos perdido la esperanza de atisbar la puesta en marcha de algún proyecto gastronómico. Pero no. La pasta, concretamente la pasta fresca, se abre paso: ha empezado a surgir desde Espera y a llegar a las tiendas de alimentación serranos, de los pocos establecimientos que al ser servicios esenciales continúan abiertos.

Lo de las fechas ha sido coincidencia; César Rodríguez Zito empezó a trabajar en este proyecto en verano de 2018. A finales del pasado año, la fábrica comenzó a funcionar en el polígono industrial de Espera, y el inicio de la comercialización ha cuadrado con el estado de alarma. Ahora, la pasta se puede encontrar en el Horno Artesa y dos carnicerías de Arcos y en el supermercado Suma de Espera. En el primer establecimiento se ubica en una especie de máquina expendedora, especial para pastas, llegada de Italia.

La máquina llega de Italia, pero la inspiración de las pasta es uruguaya. César Rodríguez procede de ese país, aunque vive en Arcos desde 12 doce años; a la provincia llegó atraído por el Circuito de Jerez; de hecho, explica que en 2012 ganó en la categoría de 600 cc. Ahora está frente a un proyecto innovador en la provincia: una fábrica que se dedica exclusivamente a la pasta fresca.

La vitrina, en Artesa. Foto cedida.

Raviolis, tallarines, sorrentinos, espirales para ensaladas… en La Fresquita -que es como se llama la empresa-, no agregan conservantes ni colorantes, según explica, y buscan productos «fiables y sanos» para sus rellenos. Hacen la pasta con harina traída de Italia y sémola de trigo. Tienen la fórmula de 40 rellenos diferentes, aunque han empezado a comercializar cinco y los siguientes se irán incorporando tras la Semana Santa. Son sabores procedentes de Uruguay, donde hay una gran tradición, aunque Rodríguez Zito ha trabajado con las fórmulas originales para crear algunos que resulten más familiares al paladar de los españoles. Si son, asegura, sabores que no se pueden encontrar hoy en día en ningún lineal de supermercado.

La pasta está envasada en atmósfera protectora, lo que alarga su duración. En los envases se dan algunas instrucciones de cocinado; incluso están pegadas en la puerta de la vitrina ubicada en Artesa. Por cada 250 gramos de pasta fresca de Espera hace falta litro y medio de agua con sal y aceite al gusto. La pasta hay que introducirla en el agua hirviendo y está lista en minuto o minuto y medio como mucho. La pasta hay que escurrirla, no mojarla nunca en agua fría, añadir una cucharada de aceite y removerla para evitar que se apelmace.

Así se cocina un producto que está pensado, según explica su creador para «respetar a los clientes, para el que compra un paquete de 1,70 euros y para el que se lleva el de 3,50, respetarlo trabajando el producto que se va a llevar, desde las condiciones del lugar donde se fabrica hasta los ingredientes».

La empresa aún no tiene perfiles en redes sociales; cuando los tenga, promete que habrá vídeos que permitan ver cómo es el proceso. De momento, La Fresquita centra su actividad en estos tiempos extraños a darse a conocer. No descarta, en su momento, trabajar con la ahora cerrada hostelería, e incluso ha mantenido ya alguna conversación en ese sentido. Actualmente, el teléfono para contactar con la empresa es el 678114114. Tienen cuentan en Instagram (ver aquí).

 

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