Pequeña pastelería situada en el centro de la localidad. Es difícil ver desde fuera ya que apenas tiene un pequeño escaparate. Dentro un expositor con dulces variados. Los que más éxito tienen son los diferentes pasteles realizados con bizcochos y cremas, además de los pitisús. Ya en una línea de dulces típicos de la zona elaboran los suspiros, un merengue horneado común con otros pueblos de la Sierra, las tortas de azúcar, una especie de bizcocho fino y redondo realizado con aceite de oliva o los cortadillos de tamaño grande. También elaboran tortas de manteca y unos roscos de vino dulce de Málaga. En temporada, roscones de Reyes.
La pastelería se fundó “hace al menos 60 años” según los cálculos de su actual propietaria y maestra pastelera Catalina Nárvaez. Según estos datos la fundación del establecimiento estaría en torno a la década de los 50 del siglo XX. La pusieron en marcha José Antonio Nárvaez y su mujer Catalina Aguilera. Luego sería su hijo Antonio el que cogería las riendas y ahora es su nieta Catalina. En el pueblo también se lo conoce con el nombre de pastelería “Mari Pepa”.
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