El establecimiento lo pone en marcha Pedro Guerrero a finales de la década de los 90 del siglo XX. En 2014 fue remodelado al completo y su hijo Rafael Guerrero Fernández, que ya le ayudaba en la anterior etapa, asumió la gestión. El nombre de La Torre se debe a una que hay situada junto al restaurante.

Es un establecimiento amplio y con unas estupendas vistas al mar, ya que está situado junto a la arena. Ocupa dos naves y la decoración interior llama mucho la atención. En la entrada tienen la barra y desde ella se accede a dos salones, uno montado más bien para comer. Fuera, la terraza a pie de playa que permite contemplar las puestas de sol. Especialmente llamativa en la decoración es el comedor cuya zona central, con mesas altas, está rodeado de sillas que cuelgan mediante cuerdas del techo como si fueran columpios. En los laterales mesas bajas.

Al mediodía y por la noche la oferta se basa en platos para compartir. Hay ensaladas, arroces y variedad en atún. Hay carta una especial para niños y postres propios. En lo que es beber, carta con algunos vinos por copas.