El sitio es de esos con personalidad. Poquitas mesas, solo 6 en el interior, más la terraza, una pequeña barra. Está apartado del centro de Conil. Parece hecho a la medida de Mercedes Llacer Unecia, la que da nombre a la casa y que confiesa que disfruta cocinando y atendiendo al público, dos cosas que conjuga. Señala que no quiere más sitio porque “no podría hacer lo que hago” y lo cierto es que lo que hace llama la atención.

Las mesas están vestidas con manteles y cristalería. Ya la carta es original. Escrita a mano y plastificada para evitar los manchotes de salsa. Pero esta se complementa con una cartulina pequeña donde se detallan los platos del día, siempre una lista amplia con lo que le ha llegado bueno.

Pero la singularidad de Casa Mercedes no está solo en el comedor, sino también en la cocina porque cocinan, preferentemente, sobre una barbacoa alimentada con carbón de encina. Allí no solo elabora carnes y pescados (tomamos un filete de corvina con un punto de cochura de esos milimétricos) sino que también hace los guisos. Así primero los pone al fuego de gas, para que se haga el sofrito y se dore un poco la carne y luego deja la olla durante horas al calor del carbón de encina hasta que todo está en su punto.

Este es el caso de un jabalí al tomillo que está tierno. “Lo que hago es que cuando me voy por la noche dejo la olla en las ascuas de carbón y durante toda la noche se hace el guiso”. El resultado es una salsa de esas cremosas y una carne en estado de “agradable”. El local es de los que lo cuidan todo. Así el guiso viene acompañado de unas papas fritas de calibre generoso. Primero las confita a fuego lento y luego, cuando las va a servir le da una fritura a fuego generoso, con lo que quedan crujientes por fuera. “Utilizo papas de Conil”. Por cuidar hasta el pan. Para los guiso ponen unos panecillos en forma de espiga que están calentitos y para las ensaladas unas regañás de Don Pelayo.

El restaurante cerró en junio de 2020

Informaciones sobre este establecimiento anteriores a 2017, aquí