Muere Pepe Ruiz «El Manteca», el hombre que convirtió su bar en uno de los monumentos más visitados de La Viña

 

Su taberna en el barrio de La Viña, a la que ahora sus hijos, han agregado un freidor, para convertirla en el no va más de la esencia de Cádiz, es hoy en día el monumento más visitado del barrio, donde todo el mundo quiere hacerse la foto para presumir que el estuvo allí.

Pepe Ruiz El Manteca, que ha fallecido en la madrugada de hoy 19 de marzo a los 86 años, según informa Diario de Cádiz, ha aportado mucho a la gastronomía gaditana. Si Gonzalo Córdoba ha difundido por toda España y parte del extranjero la tortillita de camarones, Pepe el del Campero ha sido el «descubridor del atún rojo» o Fernando Bigote conquistó el universo cociendo langostinos de Sanlúcar a Pepe El Manteca hay que sumarle el mérito de haber sido capaz de «vender» a medio mundo los chicharrones de Cádiz, los que se cortan a lonchitas.

Sus papelones de papel parafinado, el que se utiliza en los almacenes para envolver los fiambres, con las lonchas de chicharrones por lo alto, se han hecho famosos y aparecen en todas las fotos del que quiere presumir de que un día estuvo en la Viña tomándose un vaso.

Su primitivo almacén de coloniales gracias a él y a sus hijos se ha convertido en uno de los iconos de la gastronomía gaditana, en un exponente de lo que es comer a «poquitos» esa forma que temos por aquí de «almorzar» en conversación con los demás. La única forma de comer del mundo que «marida» los picos de pan con las risas.

Pepe, además, aportaba a los chicharrones el valor añadido de su presencia. El valor de un chiste, de un chascarrillo o una historia que servían para aliñar la carne entreverá. En El Manteca fueron capaces de «venderle» los chicharrones hasta al mismo Albert Adriá que, después de haberlos probado bien cortaitos y con unas gotitas de limón, decidió comercializar esta chacina gaditana, que elabora la firma Sabores de Paterna, por toda Europa.

Se va un grande de la hostelería gaditana, una de las personas que más han vendido Cádiz en las últimas décadas. Afortunadamente deja muy viva su taberna en el barrio de La Viña donde sus hijos siguen poniendo «con arte» las lonchas más finas de Cádiz.

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