El establecimiento cuenta ahora con un patio con encanto. En lo gastronómico siguen con la misma línea y sólo ofrecen productos de Conil.

 

El Escondite de Conil es un establecimiento abierto en 2015 por el cocinero Íñigo Oller en un pequeño local con encanto situado en un estrecho callejón del casco antiguo. Dentro, un par de mesas, y fuera, un terraza con ocho más. Para comer, platos originales, pero elaborados con productos de temporada y de la zona y una carta cambiante.

La estrechez del espacio que ocupaba en la calle Herrería ha dificultado mucho la reapertura tras el confinamiento, puesto que el año pasado no se le permitió la colocación de la terraza. Así que, tras un año de cierre y tras confirmar que este año tampoco tendría mesas en la calle, Íñigo se puso a buscar una nueva ubicación y la encontró en la calle Gabino Aranda, en el local de Doña Lola.

El patio del establecimiento. Imágenes cedidas.

Se trata de un espacio mucho más amplio, una finca también con encanto y que cuenta con un patio. De hecho, su mayor tamaño ha permitido incluso ampliar la carta, aunque han decidido que el número de personas que atenderán será prácticamente el mismo que el de la anterior ubicación (terraza incluida).

Para abrir en Doña Lola, Íñigo se ha asociado con el gerente de este establecimiento, Pepe Cobos. La idea es que ninguno de los negocios pierdan la esencia que les caracterizaba, y han tratado de crear un ambiente íntimo y silencioso que respete el encanto que ya tenía el edificio.

El Escondite trabaja con productos conileños.

Carta conileña

En la nueva carta, el cocinero sigue la senda de la anterior etapa: platos sin gluten y sin lactosa y productos de Conil, con la excepción de los vinos. La carta de vinos también al están ampliando con la idea de llegar a las 200 referencias y que la mitad sean de la provincia, incluyendo los espumosos que están surgiendo en los últimos años.

Esto, con respecto al maridaje; sobre el panidaje, cuentan con panes de Das Brot de Facinas y de La Cremita de Chiclana: hay ocho variedades de pan sin gluten y 16 de pan con gluten.

«El espíritu sigue intacto», explica el cocinero, quien explica que este año le han dado un papel muy importante a los helados, que les hacen en Chiclana, algunos de ellos con vinos de la tierra. De hecho, algunos de estos helados de vino están haciendo las veces de chupito para el final de las comidas.

El Escondite abre de seis de la tarde a doce de la noche, y descansa los lunes. Más información aquí.

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