Cuatro pastelerías gaditanas dedican este fin de semana unas jornadas a los dulces del siglo pasado. Te mostramos algunos de ellos.

 

Cuatro pastelerías de la provincia de Cádiz protagonizarán este fin de semana (del 21 al 23 de febrero) un viaje en el tiempo; sus vitrinas se llenarán de los dulces propios de mediados del pasado siglo. Gracias a una iniciativa del grupo Pasteler@s Cádiz, estas jornadas, que ahora desarrollaba en solitario La Rosa de Oro de Jerez, se extiende ahora a tres establecimientos más. Veamos qué ofrece cada uno:

La Rosa de Oro

Borrachos de mantequilla y pocitos de crema, plancha Tres Almendras, Almendrados, Cocadas y empiñonados, Lenguas de vaca, Cariocas… La Rosa de Oro de Jerez ha cambiado por completo sus vitrinas para estas jornadas que comenzó a celebrar en solitario hace ya cuatro años. La pastelería, con 92 años de existencia, ofrece este fin de semana unas 40 especialidades antiguas, según explica Daniel Jiménez. Más datos sobre el establecimiento aquí.

Tres Martínez

Quien ya ha superado el siglo de existencia es Tres Martínez de Barbate (más datos aquí). Fundada en 1886, en algunas épocas del año ya ofrecen dulces antiguos, de los que creó antaño Andrés Martínez Moreno. Este fin de semana, estarán todos juntos: habrá roscos de viento, milindrines, amarguillos, cocadas y las planchas de las tres almendras.

Casa Guerrero de Sanlúcar

Casa Guerrero La Merced de Sanlúcar se fundó en el 47 (más datos aquí). Para estas jornadas destacan una de las primeras recetas que, junto a un vaso de leche, se vendían en el establecimiento al principio de su historia: las Bizcochadas o la antigua torta de Canela. Se trata de una torta abizcochada, es decir, que en el centro podemos encontrar una miga de bizcocho. Es una torta circular gruesa, crujiente y con toques de anís.

También tienen para las jornadas los Bollos sanluqueños. No es una receta fundacional de la confitería, sino que la incorporaron a su recetario para que no se perdiera por desuso. Estos bollos, explica Inmaculada Nieto, los vendía un señor de origen madrileño en canastos por las calles, por lo que les llamaban «los bollos del madrileño». Con aspecto similar al de una viena de pan, se inflan durante la cocción pero después se aplanan y quedn como una plasta plana y crujiente, cruzado por unas rayas características que le dan también el nombre de «chalequillos». Están terminados con huevo y ajonjolí.

La idea, explica, es que estas jornadas hagan rememorar a los clientes sus recuerdos más dulces. Nieto da ejemplo: «Mi abuela que hace unos 3 años que falleciera, me contaba cómo en sus inicios tenia clientes que llamaban a su puerta para que les vendiera un cartucho de almendras para que no  se quedara dormidos, porque «mi mario se va pa a la mar» o cuando mi Abuelo Juan Guerrero que aquel entonces no tenia horno, iba en su bicicleta con un perol de masa de magdalenas, cogió un bache y se le fue a caer a una alcantarilla».

La Tarifeña

Una peseta era lo que costaba un tranvía en La Tarifeña en 1970, doce años después de la apertura del establecimiento. Nos referimos a un milhoja de merengue que se denomina así y que no va a faltar a la cita con estas jornadas de dulces antiguos junto con especialidades como la Sultana de coco, según explica José Bernal desde el establecimiento tarifeño. Más datos, aquí.

Más sobre las jornadas aquí.

Aquí la guía de las pastelerías de la provincia de Cádiz

Aqui la guía de las pastelerías de la provincia de Sevilla

Pinche aquí para saber más.
Quiero probar los distintos sabores de un jamón