El Resbalón de Medina, uno de los baluartes del cuchareo en La Janda cierra sus puertas. Antonio Guerrero, su propietario, se jubila

 

Se llamó bar San Francisco tan solo durante cuatro meses. Un cliente apareció un buen día por sus puertas exclamando que se trataba del mejor bar para ‘resbalarse’ y caer en su interior, debido a la pendiente de la calle en la que se ubica, de toda Medina Sidonia. A su propietario, Antonio Guerrero, le divirtió tanto la idea que le cambió el nombre al local en un abrir y cerrar de ojos. Desde entonces y a lo largo de treinta y cuatro años, el bar El Resbalón ha acogido muchos traspiés intencionados de meinatos y visitantes para probar sus tapas caseras. Guisos como el menudo, la lengua en salsa, la carrillá, los “destrozos”, la carne en salsa o el menudo de chocos hasta frituras como los flamenquines, queso y gambas en pasta brick , el gallo empanao, las croquetas o las tortillitas de camarones justifican la fama del bar el Resbalón.

Una anécdota en la calle en pendiente en la que que se ubica dio nombre al bar Resbalón. Foto cedida por el establecimiento

Una anécdota en la calle en pendiente en la que que se ubica dio nombre al bar Resbalón. Foto cedida por el establecimiento

Un establecimiento, de esos de gran solera en la provincia, que anuncia su cierre por jubilación. Tras treinta y cuatro años al mando junto a su esposa Concepción Parrado Grimaldi, su propietario, Antonio Guerrero Valiente, considera que ha llegado el momento de colgar el mandil. “Tenía previsto jubilarme en julio pero la situación del coronavirus ha precipitado las cosas. Me da pena dejar el bar, pero también quiero disfrutar de los míos”, explica Guerrero Valiente, procedente de una familia de gran tradición hostelera.

Carrillada de ternera del bar El Resbalón de Medina. Foto: Cedida por el establecimiento

De hecho, fue su abuela, cocinera del mítico bar Cádiz de Manuel Valiente, la que le enseñó a desenvolverse entre fogones. “Yo trabajaba en el cine de Medina y vendiendo seguros, y, siempre que tenía algún hueco, me pasaba por allí para verla preparar alguno de sus platos. No había nadie que hiciera de comer como ella”.

Albóndigas de chocos, una de las elaboraciones con más fama del establecimiento. Foto cedida por el Resbalón

Albóndigas de chocos, una de las elaboraciones con más fama del establecimiento. Foto cedida por el Resbalón

Estas recetas familiares, vinculadas algunas de ellas al pasado gastronómico de Medina Sidonia, pasaron a Antonio Guerrero quien las perfeccionó con los años en el Resbalón. Su esposa Concepción Parrado , también de familia hostelera (los del Nebraska de Cádiz), aportaba nuevas ideas y se encargaba de atender a los clientes. “Los dos compartimos que lo esencial es una buena materia prima, trabajar siempre con productos frescos. Así la clientela nunca te falla. Ni tú a ellos”

El local no cuenta con más de 25 metros cuadrados pero su clientela le ha sido fiel a lo largo de 34 años. Foto cedida por el Resbalón

Una fórmula que al matrimonio Guerrero Parrado le ha resultado de lo más exitosa. A lo largo de estos más de treinta años El Resbalón ha cosechado una clientela fiel, enamorada de este pequeño establecimiento de aire familiar donde desearían dar algún que otro traspiés más antes de su clausura. “Muchos me dicen que nunca olvidarán nuestras albóndigas de chocos, menudo o carne al toro. Y con eso me quedaré siempre”, concluye, orgulloso, Antonio.

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