Hace unos diez años que se dejó de comercializar, y más aún desde que la familia de este bodeguero chipionero la vendió.

 

La Bodega César Florido de Chipiona ha recuperado la manzanilla Pleamar una década después de su desaparición. La bodega de un tío del bodeguero, Gaspar Florido, elaboraba la manzanilla bajo este nombre. Posteriormente se vendió la bodega -y con ella la marca y las botas- a Pedro Romero, y cuándo esta última firma desapareció dejó de comercializarse.

César Florido, que ya ha recuperado antes marcas de su familia -una saga de bodegueros que alcanza ya la sexta generación- ya hecho lo propio con la de la manzanilla, haciéndose con nombre y botas. No ha sido fácil -han sido dos años de papeleo- pero por fin ve la luz la manzanilla Pleamar. El nombre le viene como anillo al dedo a esta bodega, que presume de ser la más cercana a  las aguas del Atlántico de todas las del Marco.

Para embotellarla ha optado por salirse un poco de la tradición con un tipo de botella borgoña de 75 cl, la misma que ha utilizado Peter Sisseck para su Viña Corrales. Además, el tapón no es de corcho, sino de rosca, elegido por ser más higiénico y cómodo. María Díez ha creado una etiqueta protagonizada por las olas en plena marea llena con un diseño «moderno y atractivo». No hay un resumen de la nota de cata en la etiqueta, pero sí un código qr que pueden escanear los interesados en saber más sobre esta manzanilla.

Se trata de una manzanilla «extraordinaria». «Es una manzanilla fresca, seca, directa al paladar, con aromas característicos de la crianza biológica. Es un vino de color amarillo brillante con notas de flores blancas y final punzante. En boca es suave y sedoso, muy amplio y con un largo retrogusto, debido a su crianza biológica bajo velo de flor en Sanlúcar de Barrameda, donde posee un microclima que lo impregna con un toque salino y húmedo. Además, de su brisa marina influenciada por la desembocadura del río Guadalquivir».

De trata de un vino «seleccionado, extraído directamente de la bota a la botella, en rama. Tras su paso por 5 criaderas, César Florido cata toda la solera, seleccionando para la saca «la bota que se considera única para su posterior embotellado, sin tratamientos de clarificación ni filtración». Se han embotellado unos mil litros de la manzanilla.

Desde la bodega recomiendan que se sirva muy fría (entre 7 y 9 grados) y explican que es «ideal para el aperitivo y para todo tipo de tapas, en especial para el jamón ibérico, mariscos, ostras, todo tipo de pescados fritos y blancos, escabeches y ensaladas. Por su bajo contenido en ácido acético combina excepcionalmente con platos de acidez destacada (Ensaladas con vinagreta, adobos, etc.) así como sopas frías (gazpacho, ajo blanco…)».

Pleamar no es la única manzanilla que realiza esta bodega. También tienen la Manzanilla Fina Florido, aunque sólo se vende a granel en la propia bodega. De hecho, los planes de César Florido para el próximo año pasan por empezar a embotellarla.

De momento, la que sí se puede adquirir directamente a la bodega es la Pleamar, que además empieza su lanzamiento con una promoción especial. Aquí, el enlace a la tienda de César Florido.

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