El Meson los Nuevos Olivares cuenta con el atractivo añadido de contar con un espacio infantil justo al lado a disposición de los clientes. Ahora han reforzado el equipo con dos profesionales muy conocidos en la ciudad: Rafael Aranda y Miguel Cafranga.

 

El Mesón Nuevos Olivares ha abierto sus puertas en plena pandemia, a principios de junio del pasado año. Sus propietarios Roberto Carlos Martínez y Salvador Lirio no quisieron esperar más e iniciaron la actividad en este local de la avenida Olivar de Rivero… un local que les da mucho juego (nunca mejor dicho), porque está justo al lado de la ludoteca Sueños de Joaninha, propiedad de la esposa del primero, Esther Carmena.

Tras unos meses de actividad, cerraron tras la Navidad, cuando se endurecieron las restricciones. Durante este tiempo han tenido la oportunidad de realizar una reforma y de reforzar el equipo. Así, han reabierto en abril con dos nuevos fichajes, el cocinero Rafael Aranda y el jefe de sala Miguel Cafranga, ambos profesionales con gran experiencia y muy conocidos en Jerez.

El establecimiento empieza a funcionar muy temprano y la cocina funciona todo el día para ofrecer desayunos, almuerzos, meriendas y cenas. Durante los desayunos sirven churros elaborados por ellos mismos, y además del repertorio tradicional tienen algún desayuno con toques internacionales. Para almuerzos y cenas, unen cocina tradicional con la más creativa. Se han especializado en arroces y carnes a la brasa, pero también se pueden encontrar tapas innovadoras. Para acompañar, la carta de vinos elaborada por Miguel Cafranga, con una selección que va de los vinos franceses a los de Jerez y con un maridaje cuidado. También lo está el ‘panidaje’: Destaca Martínez que los panes que sirven son de masa madre, sin aditivos artificiales, y están hechos especialmente para ellos.

Para facilitar la elección de los platos a aquellos que sufren de intolerancias alimentarias, cuentan con una carta interactiva que permite filtrarlos para ocultar aquellos que tienen un determinado alérgeno.

Los arroces son una de las especialidades de la casa, junto con las carnes a la brasa.

El establecimiento cuenta con una terraza con diez mesas, una entrada con siete mesas altas y cuatro bajas, un salón y un reservado.

Explica Roberto Martínez que es la primera vez que él y su socio emprenden en el mundo de la hostelería, que siempre han conocido desde el otro lado de la barra. Roberto es de Toledo y Salvador, de Gualdacacín. Juntos se han propuesto «crear una marca» que represente «el disfrute de la comida, de la bebida; queremos que los clientes no tengan prisa por irse». Para eso, también ayuda que los que tienen hijos a su cargo tengan la oportunidad de comer tranquilos mientras los pequeños están bien atendidos. Y para ello, cuentan con la cercana ludoteca. Ni siquiera hay que reservarla, es un servicio del que pueden disponer los padres mientras están comiendo en el restaurante, y no suele haber problemas de espacio porque cuenta con capacidad para alrededor de una treintena de niños. Roberto alaba el trabajo que su mujer está realizando en esta ludoteca, que empezó a funcionar pocos meses antes que el restaurante, ya que está cosechando muy buenas críticas, según explica.

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