K de Quina combina vinos Moscatel, Pedro Ximénez y Oloroso con la quinina y otros productos que le dan su aroma y contrarrestan el amargor de esta sustancia.

 

Tiene muchas propiedades medicinales medicinales y combate la malaria, pero está tan amarga que es difícil de tomar sola. Así que acabó mezclando con otros elementos para que pasara mejor, originando la tónica, los vinos quinados, la angostura que se echa a los mojitos… Se trata de la quinina, que se extrae de la corteza de un árbol amazónico.

Los vinos quinados, que se solían aplicar a todo tipo de males, como la inapetencia. En los cincuenta y sesenta era muy comunes y el público al que iba dirigida la publicidad, curiosamente, eran los niños. Después parecían haber caído casi en el olvido, pero en las bodegas, estos vinos siguen madurando y, de vez en cuando, salen al mercado unas botellas muy especiales, con años de antigüedad y un sabor que es dulce y amargo… sin ser ninguna de esas dos cosas. Esta es la historia que está detrás de K de Quina, el nuevo vino de Sacristía AB.

«Sorprende su dulce amargor, ningún producto es tan dulce y amargo a la vez y tiene tan bien intengrados ambos sabores». Explica Antonio Barbadillo que explica se trata de una quina muy antigua, que ya conoció hace 30 años y «entonces, ya era vieja». Está hecha con vino moscatel, pedro ximénez y oloroso, y macerado con corteza de quina, cáscara de naranja agria, almendra amargar y botánicos como el romero, el eucalipto o el regaliz, entre otros.

Son un total de 839 botellas, de las que ha sacado al mercado 750, y que se pueden adquirir haciendo pedidos por correo electrónico (sacristiaab@sacristiaab.com) o en tiendas especializadas. No es la única novedad en la bodega, que en los últimos tiempos ha lanzado sacas nuevas de manzanilla, oloroso y amontillado.

 

 

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