En 1694, el almirante Eduard Russell ofreció una comida en la capital gaditana que ha pasado a la historia por su abundancia. Entre lo más llamativo, un ponche en el que navegaba un chiquillo.

 

Ha pasado a la historia como una comilona épica, de la que hicieron referencia los periódicos británicos de la época. Un ponche tan enorme que un pequeño grumete navegaba por él, y una comilona acorde para celebrar la triste y obligada estancia de Eduard Russell en Cádiz.

Edward Russell.

Russell, pintado por Thomas Gibson en 1715. De la Wikipedia.

Russell (1652-1727), al que describen como grueso, de mejillas rubicundas e irascible, con una «falta de tacto característica», era un noble y militar británico, oficial de la flota y conde de Oxford. En 1694 tuvo una mala campaña: «Hubo disputas interminables con la corte española, y episodios recurrentes de mala salud». Su correspondencia con Londres era un catálogo de quejas. Y, para colmo, le llega la orden de pasar el invierno con la flota del Mediterráneo, es decir, en Cádiz. Explican en historyofparliamentonline.org que ni los regalos de los españoles -incluyendo una costosa joya- ni «los placeres ocasionales ofrecidos por las damas españolas» pudieron compensar su malestar, que le indujo a preguntarse si no era mejor morir. Hay que reconocer que no era lo habitual que permaneciera aquí; según la Wikipedia inglesa, fue el primer comandante naval inglés en pasar el invierno en Cádiz en lugar de navegar su escuadrón a casita en otoño.

Así que ese año que tuvo la desgracia de pasar en Cádiz intentó desquitarse con una comilona de la que se tuvieron noticias más allá del canal de la Mancha y que «fue muy sorprendente para los españoles».  No era para menos.

Hay quien sitúa la fiesta (por ejemplo, Alice Lascelles en Diez Cócteles: el arte de beber con vida) entre los limoneros y los naranjos del jardín del gobernador y en Navidad. El desdichado inglés reunió a 800 asistentes. Había 150 platos, incluido un buey asado entero, pero aún más llamaba la atención la bebida: doce barriles de ponche en una fuente de azulejos en la que flotaba un bote. Sobre este bote, un niño pequeño que se encargó de servir el ponche y que, cuando la cosa se animó, tuvo que soportar los zarandeos de los convidados.

Dice la autora que, en cuanto la noticia llegó a Inglaterra, la llamativa noticia se fue reproduciendo en los periódicos, cada vez con más detalle. David Wondrich cita en su libro ‘Punch’ una de esas noticias, la del Edimburgh Advertiser de 1772. Agradecemos al autor que nos haya proporcionado el recorte el de este periódico, del día 1 de agosto:

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El artículo recoge la comilona de Russell, un gran ponche que no se habría hecho en Navidad, sino el 25 de octubre. Explica que el ponche se hizo en una fuente, en un jardín, en mitad de cuatro caminos cubiertos de limoneros y naranjos. En cada camino había una mesa cubierta de platos fríos. En el artículo vienen los ingredientes del enorme ponche, que detallamos a continuación por si alguien tiene una piscina ociosa en casa: cuatro ‘hogfheads’ de brandy (parece ser que cada uno equivale a 300 litros) y ocho de agua, 25.000 limones, 20 galones de zumo de limón, 635 kilos de azúcar, 2,2 kilos de nuez moscada y 125 litros de vino. El periódico estima en 6.000 personas los participantes en el bebercio.

Russell regresó al fin a su tierra natal un año más tarde, en noviembre de 1695. Desconocemos si, por aquel entonces, ya se le había pasado la resaca.

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