Suralgas saca al mercado un tartar, un pisto y un pesto hecho con algas. Son recetas inspiradas en otras de restaurantes de la provincia por las que sus clientes les preguntaban para hacerlas en casa.

 

Pruebas un pisto de algas en un restaurante y quieres hacerla en casa. Compras el alga y, de paso, preguntas a los productores a ver si te dan alguna pista de cómo se hace. A medida que las algas se han ido popularizando más en la hostelería gaditana, Suralgas ha visto como aumentaba este tipo de consultas. Y, por eso, ha decido coger las recetas más populares y meterlas en el bote, es decir: hacer conservas.

En Suralgas se han inspirando de recetas de un buen número de restaurantes para hacer sus conservas. Consuelo Guerra menciona a De Javier Tapería, La Bruma de Zahora, El Campero, La Marmita… de ahí y de sus propias demostraciones salen las ideas que la empresa presentó en la importante feria Alimentaria. Son pesto, pisto, y tartar, elaboraciones sin trampa ni cartón, donde el alga no es precisamente un aroma: llega a ser el 80% del contenido en el tartar.

El pesto recrea la salsa italiana. La base es la misma: albahaca, piñones y queso parmesano, pero se le añade lechuga de mar y ogonori rojo. «Se consigue así una salsa muy untuosa, cremosa, con una textura granulada gracias a los frutos secos». La primera impresión es la del pesto y es al final cuando llega el toque marino y yodado del alga. Se presenta en envases de 110 gramos, y está compuesto al 70% de algas. Suralgas lo recomienda para la pasta fresca, para napar pescados o mariscos, sobre crudos… aunque también se puede untar y poner encima lomos de pescado, por ejemplo. Se puede servir en frío o en caliente.

El pisto recrea la salsa casera de toda la vida, con su sofrito de tomate y cebolla al que se añade lechuga de mar -un 28%, en esta receta lo más abundante es el tomate- picada «para dar un toque final de sabor que nos recuerde a las recetas de antaño de la gastronomía marinera tradicional o casero». Se vende envasado en vidrio (200 gramos) y se recomienda usar como se haría con un pisto tradicional, como guarnición, o de base en salsa como la roteña, por ejemplo. También puede usarse como relleno de empanada, con pasta fresca, o en tostas, entre otros usos culinarios.

El tartar está compuesto en su mayor parte (80%) de lechuga de mar, que se corta finalmente y se macera con alcaparras, pepinillos, cebolla fresca, aceite de oliva y sal. «Sorprende por su textura carnosa y jugosa con toques ácidos gracias a los encurtidos», y también al fina, por la «explosión en boca de toques yodados frescos». Se puede unir a un tartar de atún o de otros pescados o verduras, aunque también recomiendan su uso en ensaladas, acompañando por ejemplo a un sashimi o sobre tostas, aunque los usos serían muchos.

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