Local amplio y con encanto, sobre todo en la zona de barra, decorada con fotos antiguas del establecimiento y también con las chacinas que venden y que ofrecen para tapear. Ya no las elaboran ellos pero sigue siendo uno de los productos característicos de la venta. Además hay dos comedores y una terraza cubierta bastante amplia. En lo gastronómico oferta clásica con aliños, carnes ibéricas y guisos de cuchara. En este último apartado ofrecen dos versiones del ajo campero, uno de los platos característicos de las ventas y mostos que rodean Jerez. Así además de la versión de la zona (ver aquí receta) ofrecen el ajo lebrijano que Antonio Valle, gerente y cocinero del establecimiento, aprendió a hacer cuando estuvo trabajando en esa zona. La diferencia está en que en el ajo lebrijano las verduras se refríen en aceite antes del majado, mientras que el que se hace por Jerez van crudas. Además al guiso, en Lebrija, se le añade chorizo chorizo picado y huevo. Tienen también otro plato habitual de Jerez, el Aneto, un filete de pollo relleno de jamón y queso, como los flamenquines. Platos con muchos seguidores las cabrillas en salsa o el lagarto ibérico a la plancha. Durante el verano colocan también, por las noches, una barbacoa. Como postre otra reliquia de las ventas, El Pijama, un plato “para valientes” ya que es una especie de surtido de varios postres clásicos como el flan, el helado o frutas en almibar. En temporada tienen mosto, tagarninas, caracoles o espárragos trigueros. Hacen también sus propios chicharrones.

Antonio Valle desconoce exactamente en que año se fundó el establecimiento aunque calcula que tiene más de 100 años. El dato coincide con lo que dice el libro Cádiz Venta a Venta realizado por Elena Posa donde también se sitúa la apertura, con el nombre de El Cotito en la década de los 20 del siglo XX. En la página web de las bodegas Almocaden, que pertenece a la familia fundadora de la venta, se señala que fue José González Granados el que creó una bodega en el local en 1915. De todos modos el local adquirió gran fama cuando estuvo regentado por el hijo de José, Juan González Sillero, que además de mantener la actividad bodeguera elaboraba unas chacinas con mucha fama en la zona. En 1979 se hace con la gerencia del establecimiento Antonio Valle, que ya trabajaba antes en la venta y despacho de vinos y chacinas.