La fundaron Diego Correro y Beatriz Toledo en 1958. Ahora es su hijo Alfonso Correro, con su esposa Esperanza Quijada en la cocina, los que se encargan del establecimiento aunque ya la tercera generación, con Diego Correro, se ha incorporado al negocio familiar.

Establecimiento de esos con encanto. Conserva el espíritu de venta de carretera con lo que no sólo se ofrecen comidas sino que hay una tienda de productos artesanales donde se puede encontrar desde chacinas, a pan de campo, huevos y hasta artesanía en madera. Llama la atención una terraza alojada en una casa de madera. Luego, dentro, la barra, y un par de comedores más decorados con cabezas de venado. En lo gastronómico el desayuno es de los de rebaná de pan de campo con mantecas para ponerle por encima. Al mediodía se puede tapear en la barra o comer de platos. Lo más demandado el venado, que se guisa en salsa o en tomate y también en filetes al ajillo, el arroz con conejo, faisán o perdiz o el cordero. Se puede optar también por chicharrones, unos huevos fritos de campo con patatas y chorizo o el “escándalo”, el plato de la casa que lleva tomates aliñados con aceite de acebuchina, queso fresco y pimienta. Los postres son también elaborados por Esperanza y tienen peras al vino tinto, arroz con leche, flan o pudding.

En verano de 2018 han instalado una parrilla para carnes.

Interior del establecimiento.

La Venta Correro.