Malabata es un punto de la costa de África situado ante Conil. Cuando lo ven, los marineros que viajan por el estrecho saben que lo peor ya ha quedado atrás. Francisco Pérez Calero quería que su nuevo restaurante, abierto en junio de 2018 en la calle Almadraba de Conil, supusiera un punto de inflexión en su carrera, la llegada a aguas más tranquilas. La referencia náutica también sirve de hilo conductor a una propuesta gastronómica que surca los mares que bañan diferentes países.
Este cocinero, onubense de nacimiento y sevillano de adopción, es un enamorado de Conil, de su calidad de vida, de sus productos y de su novia, que es de la localidad jandeña. Hasta ahora, la profesión le había llevado por otros derroteros: ha cocinado en Reino Unido, en otras partes de España y ha tenido su propio negocio en Sevilla, en un club social de Nervión. Llegó el momento en el que necesitaba algún aliciente más, y decidió montar un restaurante en la capital hispalense… hasta que surgió la oportunidad de abrir en Conil.
Malabata es un local amplio y luminoso. Cuenta con un salón comedor, estilo gastrobar en el que llama la atención el papel pintado de las paredes que simula un pueblo. Cuenta también con terraza en una calle peatonal en el centro de la ciudad. En lo gastronómico se come a base de platos para compartir en un estilo de cocina fusión. La carta no es muy amplia y suman a diario sugerencias. Hay desde ensaladas a platos con verduras, además de carnes y pescados. Han obtenido varios premios en rutas de la tapa locales. Admiten reservas.
Precio: Entre 20 y 30 euros por persona.
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