Taberna creada en la década de los 80. Comenzó como una especie de bodega de vinos y luego ha evolucionado bajo la dirección de Jesús Figaredo y Mamen Rosado a un local en el que además de los jereces, que conservan en sus propios barriles, se pueden tomar chacinas, conservas y mariscos.
El sitio tiene encanto. Cuenta con una pequeña terraza de mesas altas y luego, a la entrada, está el mostrador, tras el que están los barriles. Luego hay un segundo salón con mesas bajas. No hay carta y lo que ofrecen los días laborables son tapitas frías. Los fines de semana refuerzan la oferta en invierno con algunos guisos y en verano con pescado frito. La relación calidad precio es bastante buena. Especialmente recomendables el jamón, de la marca Martín Hierro de Montesierra y los quesos curados. No tienen teléfono ni hacen reservas. En temporada ofrecen mosto de Trebujena.
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