El Kiosko Curro en Los Barrios, un local con más de 50 años de historia, ofrece desayunos singulares junto al mercado: Café de pucherete, ruedas de churros y pan macho del Campo de Gibraltar

Una de las cosas que hace Francisco García en el Kiosko Curro a las seis de la mañana cuando llega para abrir el establecimiento es poner dos especies de teteras gigantes en una cocina de estas que había en las casas en el último tercio del siglo XX, cuando los infernillos se colocaban encima de la cocina.

Es uno de los pocos sitios de la provincia que aún siguen sirviendo café de «pucherete». Se le conoce así porque se elaboraba en la misma olla del puchero. Ahí se ponía el agua a hervir y se le ponía el café molido. El líquido cogía el aroma y el único problema es encontrarse con las mijitas del grano, pero esto se arregla dejándolo reposar, así la «grazna» se va al fondo y el líquido queda limpio.

Francisco e Isabel Lozano, que regenta el establecimiento se saben todos los secretos del café de pucherete. Ahora esta pieza de «arqueotapatología» comparte espacio con una cafetera express, para los que prefieren esta otra preparación. La colocaron hace apenas dos años para satisfacer también al público que lo pedía.

Vista exterior del kiosko. Foto: Cosasdecome

Vista exterior del kiosko. Foto: Cosasdecome

El local tiene encanto. Es un pequeño kiosko situado en el mismo centro de Los Barrios, muy cerca del mercado de abastos, también una pequeña instalación. La barra tiene forma de u y el pasillo es estrecho. Todavía se siguen sirviendo copazos de anís por las mañanas. Los Barrios llegó a tener una fábrica importante la de Cozar y algunos mantienen la costumbre de «calentarse» los inviernos con un titititrán mañanero.

Fuera hay una terraza, cubierta con toldos para cuando llueve. El café de pucherete se puede acompañar o con rebanás de pan «macho», el típico del Campo de Gibraltar y que tiene una masa más contundente y oscura que el pan cateto u optar por otro encanto, los churros que hace al lado del kiosko Alfonso Orellana, que lleva 35 años regentando otro kiosko, el de Alfonso, donde elabora ruedas de churros de los gordos o también de los finos.

El programa es obligatorio. Hay que empezar primero viendo como Alfonso forma, ayudándose con dos palos, las ruedas de churros. A euro salen y dan para comer dos con generosidad. Luego, ya con el churro envuelto en un papel absorbente, para quitarles cualquier resto de aceite, lo suyo es pedir el café en Curro. El de pucherete, más suave que el expresso, tiene su encanto y también pruebas algo diferente… otro euro. La visita puede terminar con una visita al pequeño mercado…y ya puestos, a menos de 200 metros está la pastelería de La Plata…otro encanto.

 

 

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